Durante unos cuantos años daba mi matinal paseo por el Muelle, paseo que un buen día me hicieron abandonar las ingentes e impunes defecaciones de una exigua parte de la copiosa jauría gijonesa? ; bien, de aquella, a la vuelta de la Punta Liquerique, como así la llamamos los de aquí, mercaba la prensa en el quiosco de los Jardines de la Reina y la señora que allí estaba me cautivó desde el primer día por su dulzura.
Hace unos meses coincidió que tras desayunar en La Bocana (antigua Cafetería Guinea) compré allí los periódicos y tras preguntar qué era de mi vida me dio el pésame por el adiós de mi querido amigo Chema.
Leyendo esta semana LNE, reparé en su obituario y me pareció de bien nacido escribir estas líneas a la emblemática quiosquera María del Carmen Villa. Señora, amen del sentido pésame a su marido Ignacio y a su hijo Nacho, le deseo que descanse merecidamente, pues se lo ha ganado, en paz.
