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La actual presión migratoria en Europa es insostenible

Un conflicto humanitario que amenaza con desunir aún más al Viejo Continente

El fenómeno de los flujos migratorios hacia Europa está adquiriendo una proporción de tal envergadura que ya no puede considerarse como una inmigración irregular, furtiva y localizada sino otra masiva, multifocal y descontrolada, de consecuencias imprevisibles.

En este sentido, existen tres puertas de entrada (Grecia, Italia y España) según el origen del flujo migratorio: Afganistán, Paquistán, Bangla Desh, Irak y, sobre todo, Siria hacia Grecia (vía Turquía); Sudán, Somalia, Eritrea y resto de cornisa oriental de África hacia Italia (con la isla de Lampedusa como puerta de entrada) y países de la zona occidental o subsahariana de África (vía Ceuta y Melilla) hacia España; implicando un arriesgado viaje donde el inmigrante o el refugiado que huye de una zona bélica recurre a mafias que le cobran 1.000 - 4.000 euros, según el transporte utilizado: el camión o la balsa.

Hace algún tiempo escribí en LA NUEVA ESPAÑA un artículo sobre este tema, denunciando la postura tan hipócrita de Bruselas por ignorar el "fenómeno patera" en el flanco sur de la Unión Europea, a través de Ceuta y Melilla, e incluso criticar el refuerzo de nuestras vallas fronterizas mediante "concertinas" para frenar el continuo goteo de saltos ilegales por parte de inmigrantes irregulares (que no refugiados) subsaharianos y de El Magreb.

Pues bien, en la actualidad la mayor carga migratoria recae sobre Grecia (a causa de los conflictos bélicos en Siria e Irak, desencadenados por la barbarie del Estado Islámico) y sobre Italia (con inmigración procedente de Libia, un país con gobierno fantasma y sin orden) para emigrar al centro y norte de Europa (básicamente hacia Alemania). De este modo, quienes nos acusaban de no respetar los derechos humanos ya no dicen "ni mu" porque están inmersos de lleno en idéntico problema. Prueba de ello resulta el reciente acuerdo de los ministros de Interior de Francia y Reino Unido para controlar la bolsa de inmigrantes de Calais, unos tres mil que, noche tras noche, pretende irrumpir en el Reino Unido por el túnel del Canal de la Mancha o, más aún, el caso de Hungría que, ante la incesante oleada migratoria procedente de Grecia -vía Macedonia y Serbia- está levantando un muro de contención 4 metros de altura a lo largo de su frontera con Serbia (LNE, 27-8-2015), prescindiendo de lo que diga Bruselas.

Según los medios de comunicación, actualmente existen en el mundo unos 20 millones de potenciales refugiados, la mitad de ellos ubicados en la devastada Siria, que desean alcanzar Euro pa para instalarse fundamentalmente en Alemania y Suecia, países que, hasta fecha reciente, se han mantenido ajenos a este problema migratorio.

¿Puede asumir la Unión Europea ese colosal flujo migratorio que, en lo que va de año, supera las 320.000 personas, con 2.500 bajas al cruzar el Mediterráneo, y que, al ritmo actual de 2.000-2.500 personas diarias, dicha cifra puede ser doblada finales de año? Atendiendo al profesor Gay de Liébana en su libro "¿Dónde estamos?", la tasa media de crecimiento europeo para el año 2015 está casi estancada ya que Alemania, Francia Italia crecerán un 1´3%, 0´9% y 0´4% respectivamente; mientras la media mundial de crecimiento estimada por el Fondo Monetario Internacional es de 3´5% y la de EEUU es de 3´6%. Así pues, la economía europea no puede permitirse el lujo de aceptar una entrada ilimitada de refugiados de otros continentes, aunque pidan asilo político por proceder de países en guerra, como Siria, porque no podría asimilarlos.

¿Qué dice Bruselas al respecto? En la sede de la UE domina el desacierto ya que, de momento, solo pretende imponer cupos nacionales para distribuir esta ingente oleada de refugiados aplicando el Artículo 6º del Convenio de Dublín -"la libre circulación por el espacio Schengen será viable si el refugiado ha sido admitido como tal por el país de entrada en la UE"-. Esto implica que, tal como sucede ahora en la estación de Budapest, haya una concentración masiva de refugiados esperando por un tren que los traslade a Austria y Alemania pero, aplicada esta norma por el gobierno de Hungría, están retenidos esperando una solución. Por ello, Hungría acusa a Bruselas de ser incapaz de gestionar la crisis migratoria (LNE, 27-8- 2.015) al endosarle un injusto "marrón" que es común a Grecia, Italia y España, como frontera meridional de la UE.

¿Dónde está la línea roja del "basta ya"? Todavía es una pregunta sin respuesta pero es obvio que Bruselas -no la troika de Cameron, Hollande y Merkel- debería replantear y unificar su política migratoria; donde se conjugue la firmeza en defender las fronteras de la UE, incluso mediante el Ejército, como pretende Hungría, con supuestos de tipo humanitario y derecho de asilo político selectivo. En el caso contrario, la circulación sin control en la zona Schengen motivará el caos y facilitará el terrorismo islámico radical.

Personalmente, me solidarizo con este incesante colectivo de personas que huyen de la guerra y la miseria para alcanzar un país que les permita vivir dignamente. No obstante, dado que el ámbito del problema es mundial, se precisa de una solidaridad global y no solo europea. En este sentido, en un reciente reportaje televisivo, un obrero alemán en paro declaraba que la oleada de refugiados sirios en su país le restaría notablemente la posibilidad de encontrar trabajo, a pesar del 5% de tasa de paro en Alemania, puesto que, entre ellos, abundan personas con nivel profesional cualificado. Luego, ese alemán preguntaba si tal cataclismo demográfico no podía compartirse con países islámicos de próspera economía por el petróleo (Arabia Saudí, Emiratos Árabes). Me parece sensato.

¿Quién debería reconducir esta situación? Sin duda, no basta que Naciones Unidas tome nota del éxodo sirio a través de ACNUR, su agencia para refugiados, sino que procede la intervención del Consejo de Seguridad para llegar a la raíz del problema; aunque sea conocida su ineficacia debido a la capacidad de veto entre los "cinco grandes" (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia y China). Rusia podría contemplar con agrado este flujo migratorio descontrolado hacia Europa porque mantendría ocupados a los dirigentes de la UE y la OTAN , que dejarían de mirar hacia Ucrania, su verdadero "patio trasero", todavía inmersa en su conflicto interno; mientras que China, con reciente freno en su crecimiento económico (LNE 15-8-2015), podría potenciar su expansión mundial si la UE perdiera mercados al caer en una recesión económica que fuera causada por un desequilibrio demográfico.

En definitiva, pienso que la Unión Europea deberá resolver por sus propios medios esta gran amenaza para su integridad territorial, pero dudo que tenga la capacidad, firmeza y unidad entre sus países miembros para solucionarla; lo cual implicaría una desbandada general por conflicto de intereses y el origen de la "Desunión Europea", con un divorcio entre los países del norte y sur europeo o, incluso, la desaparición del espacio Schengen.

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