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No hay sitio para los epitafios

Los datos que este periódico publica en la tercera son tozudos: los cementerios gijoneses ya sólo acogen al diecinueve por ciento de los fallecidos en Gijón. El ochenta por ciento restante decidieron en vida ser incinerados o trasladados a camposantos de sus tierras de origen. La tumba pasa de moda como tantas otras cosas. La sociedad actual cambia hasta en la forma elegida para descansar más allá de la muerte. De ahí que las visitas a los cementerios del primer día de este mes estén decayendo porque los deudos acudimos más cuanto más cercano esté el deceso del familiar. La vida, y en este caso la muerte, tiene estas cosas, y no sólo se basan en cuestiones de esta o aquella creencia. Apenas se piensa ya en el epitafio a poner en la tumba, una costumbre que dio frases memorables como recuerdan obras, entre ellos, del inolvidable Luis Carandell. En estos tiempos Carandell no tendría mercado en los cementerios.

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