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Crítica de arte

Un Barjola sin Barjola

En la capilla, Lara y Coto; en dos plantas, César Lucas, y obras de la Fundación Danae, en el bajocubierta

Laramascoto es una pareja de artistas formada por Santiago Lara (Tomelloso, 1975), licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid y Beatriz Coto (Gijón, 1977), a su vez licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Granada. Les hemos visto exponer varias veces en Asturias, desde el ovetense Museo de Bellas Artes hasta determinadas galerías y espacios de arte en Gijón. Pero también han conseguido intervenir en otros lugares, como Valencia, Madrid y Berlín, así como estar presentes en ferias de arte de reconocido prestigio.

"Lo que proponen al cabo Laramascoto no es sino una suerte de reactualización, en clave tecnológica, del primitivo programa iconográfico medieval, tan vasto y articulado, donde se encajaba al hombre en el marco de su propia producción material y espiritual". Tal escribe en el catálogo Óscar Alonso Molina, profesor de "Proyectos" y "Debates artísticos de la modernidad" en el Centro de Estudios Superiores Felipe II de Aranjuez, perteneciente a la Complutense de Madrid, que también colabora en el suplemento cultural de ABC, es redactor de la revista Arte y Parte, además de comisario de exposiciones.

Esto quiere decir, a mi entender, que las imágenes medievales, llegadas hasta nosotros en pinturas y esculturas de los templos románicos, presentan a los seres humanos en paisajes por ellos conocidos y roturados, entre animales y vegetales, expresando tales imágenes la concepción del hombre en el mundo de aquellas personas. Pero ahora los humanos de las sociedades avanzadas de occidente vivimos pegados al teléfono móvil, pendientes de las opiniones vertidas en la red social de nuestra elección.

El título ("¡Mas madera!") de esta realidad expresada por Laramascoto proviene de la película de los Hermanos Marx en el Oeste (¡Gowest, Young man, gowest!" 1940) donde Groucho Marx logra arrancar un tren utilizando la madera de los propios vagones, al grito de "¡Más madera, que es la guerra!".

En las imágenes que Laramascoto han pintado en el frontis de la capilla de la Trinidad del Museo Barjola, los jóvenes de nuestros días muestran en sus manos unos rectángulos que son los teléfonos móviles y tanto de ellos como de su cabezas sale humo, gracias al artificio de un proyector. Este detalle convierte al dibujo en tridimensional o dibujo en "campo expandido". La locomotora de Groucho Marx también echa humo, como es natural. ¿Pero cuál es el combustible de las redes sociales? Pues todo tipo de sucesos, noticias y opiniones, desde la vida y milagros de Belén Esteban hasta el discurso navideño del rey Felipe VI. Las expresiones "arrasa en las redes sociales" o "las redes sociales echan humo" quedan así plasmadas en imágenes cuasi tridimensionales, sin llegar a holografías de StarWars. Y el humo también depende del talante y la inteligencia del escribidor y de la naturaleza de la red, que no es lo mismo dar la cara que esconderse tras el anonimato.

Visitamos luego las dos plantas dedicadas a César Lucas (Cantiveros, Ávila, 1941) y su oficio de mirar, fotógrafo autodidacta de la transición. Son 255 fotografías y una bandeja con 568 diapositivas. Podemos ver todo tipo de personajes famosos, tanto extranjeros (Buster Keaton, Orson Welles, Cristopher Lee, Clint Eastwood. Michael Caine, John Lennon, Jack Palance, BrigitteBardot, Anita Ekberg, Catherine Deneuve, FrancoisTruffaut, Sean Connery, etc. O españoles, como Adolfo Suárez, Julio Iglesias, Raphael y Natalia, Massiel, Rocío Dúrcal, el bailarín Antonio, la Duquesa de Alba, Marisol, Rocío Jurado, El Cordobés, Fernando Fernán Gómez, ÁntoniTápies, etc.

Y bajo cubierta, una serie de piezas de la Fundación Danae, la mayoría expuestas en Cajastur Revillagigedo hace un año. Citamos "Les yeux" (1979) de Jean LucParant (Mégrine, Túnez, 1944). Estos ojos están formados con papel de periódico, indicando que la prensa escrita, en rotación continua, es la base del pensamiento, la poesía y la vida. Esto podía suceder hace 40 años. Pero hoy en día, la prensa escrita está a punto de desaparecer.

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