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Musicólogo

El fenómeno Pablo López

El despegue de quien fue autor en la sombra y ahora es músico de masas

Quienes daban a la televisión por muerta no podían estar más equivocados. La prueba la tenemos en Pablo López, un músico malagueño que, tras haber pasado por "Operación Triunfo" en 2008, comenzó una proyección pública que se consagraría con su presencia en programas como "El número 1" o "La voz Kids". La televisión sigue mandando en los gustos musicales mayoritarios, y los "talent shows" son espacios especialmente eficaces en la construcción de personajes como los de este artista malagueño. Cantante, autor de sus canciones y con un perfil que combina la simpatía con la timidez y la sensibilidad con leves tintes de rebeldía. Una mezcla que ya fue sinónimo de éxito en otro Pablo (también malagueño) de apellido Alborán.

Quizás estamos ante la marca de estilo de los referentes musicales masivos para una generación de jóvenes que llena los conciertos de estos artistas. El pasado jueves en el teatro de la Laboral no quedaba ni una butaca vacía, y la entrega del público fue total desde mucho antes de que Pablo López pisara el escenario. Todo en el concierto estaba pensado para poner al público en pie. Energía en la puesta en escena, potencia en el volumen y baterías marcando el pulso del compás a golpe de bombo. Lástima que el sonido tardara un tiempo en ajustarse y la ecualización enmascarara la voz del cantante haciendo las letras de las primeras canciones prácticamente ininteligibles.

Pero Pablo López lleva años componiendo éxitos que han sonado y suenan en los repertorios de Juanes ("Tu enemigo"), Bustamante ("Castígame") o Malú ("Vuelvo a verte"). Maneja con soltura y seguridad el lenguaje de los grandes éxitos musicales y ha sabido aplicar la fórmula a su propia carrera. En sus temas predomina una tesitura de voz aguda, estrofas que preparan estribillos pegadizos y progresiones melódicas y armónicas que crean estructuras de tensión que siempre se resuelven; estos son algunos de los ingredientes que abundan en canciones como "Suplicando" o "La mejor noche de mi vida". En el repertorio también combina ritmos bailables con medios tiempos y piezas lentas que interpreta solo al piano ("Lo saben mis zapatos"), en las que aprovecha para crear un ambiente de diálogo cercano y desenfadado con el público. Ahí demuestra la experiencia de una trayectoria forjada en pequeños escenarios. Por supuesto, le canta al amor, a su cara más romántica e idealizada, la del enamoramiento a golpe de flechazo; es decir, al políticamente correcto y acorde con la ideología del romance. Eso nunca falla, y más sabiendo el público al que se dirige.

El fenómeno Pablo Lòpez está ahora en plena ascensión, y aún le queda mucho desarrollo. La televisión se ha convertido en su gran aliada en los últimos meses y ha arrastrado a su público a los teatros. Recientemente hemos sabido que no participará en el evento musical más arriesgado del medio televisivo: el Festival de Eurovisión. Una prueba de fuego demasiado arriesgada para el momento en el que se encuentra su carrera. Mejor no jugársela en ese terreno, sobre todo cuando no es necesario.

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