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Exconcejal de Unidad Gijonesa en el Ayuntamiento de Gijón

En realidad no son partidos

PP y PSOE, en la encrucijada de ver cómo se acaban sus privilegios como formaciones políticas hegemónicas

Normalmente nos referimos a PP y PSOE como partidos políticos, hablamos de bipartidismo y de su conveniencia o no según el criterio de cada uno. Después de las elecciones del 20 de diciembre, el panorama es confuso y el que más y el que menos hace sus cábalas y sus apuestas para buscar una combinación de partidos que permita la gobernabilidad de este país. El problema está en que los partidos Popular y Socialista hace tiempo que han dejado de funcionar como partidos, para funcionar como grupos ¿semi? empresariales. Hace tiempo que se han repartido las instituciones y las utilizan en función de sus propios intereses.

Y les iba bien, al menos hasta ahora. Habían establecido una especie de dictadura democrática en la que se sentían a gusto. Habían conseguido que si se quería hacer algo en política había que optar por uno de los dos partidos (para no confundirnos los seguiremos llamando partidos). Incluso dentro del partido había que estar con la corriente predominante, ya que, para hacer mas creíble la pantomima política, en ambos partidos hay corrientes internas, aunque la predominante no corre ningún riesgo, para eso tienen los mecanismos legales que ellos mismos han establecido, los censos, las finanzas y las redes clientelares que han ido conformando a lo largo de los tiempos.

Así se iban turnando de forma natural para que cada cierto tiempo todo cambiara y de esa manera todo siguiera igual y pareciera una democracia de verdad. El problema, su problema, es que han estirado demasiado la goma, tanto que puede romperse en cualquier momento y eso sería terrible para ellos. Llenos de mierda hasta las cejas nos cuentan milongas de gobernabilidad al tiempo que nos amenazan con revoluciones bolivarianas y plagas de piojos.

Pero es mentira lo que dicen, España y los españoles les importan un comino. Bueno, hay una España que si les interesa, la media docena de familias de siempre, la España de esa minoría selecta que en estos años de crisis ha visto aumentar su patrimonio en la misma medida en que disminuía el de la mayoría, que es la misma España que en el anterior régimen recuperó con creces los dineros que pusieron para financiar el golpe de estado contra la república. Esa España les interesa porque es la que les está enriqueciendo, dejándoles recoger las migajas, la España que les permite seguir ahí, viviendo por encima de sus méritos y de nuestras posibilidades.

Ahora, por primera vez en años, ven peligrar su status y saben que el problema no es solo quedarse sin el puestín, que al fin y al cabo muchos ya lo tienen amortizado, el problema es lo que puedan encontrar quienes les sustituyan si se dedican a levantar las alfombras, y eso hay que evitarlo a toda costa y entonces sacan la artillería pesada, sacan a pasear el miedo que es la más potente de las armas de destrucción masiva para convencernos de que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Pero ¿a qué tenemos que tener miedo? El régimen bipartidista nos ha privado de todos los logros conseguidos a partir de la transición, nos ha quitado libertades que nos costó mucho conseguir, ha precarizado nuestro trabajo, ha condenado al exilio voluntario a nuestros hijos y nietos y nos ha esquilmado hasta el último euro. Cuando hablamos de corrupción ya no hablamos de millones de pesetas, hablamos de miles de millones de euros, hablamos de cifras que de no haberse llevado esta parva de chorizos dejarían a esta España que tanto quieren en los primeros puestos de los países desarrollados. Sólo la banca se llevó más de cien mil millones de euros; los ERE van por los tres mil; de la Gurtel y sus afluentes ya se ha perdido la cuenta; la Operación Malaya, las tarjetas Black, Bankia, el caso Noos, el Caso Palau de la Música, la familia Pujol y CDC, el caso Pokemon y un larguísimo etcétera que solo los que no quieren ver no ven y que son la causa de nuestra miseria actual.

Y a sabiendas de todo esto vamos y les votamos. Porqué tenemos miedo, porque nos acunan aterrorizados, porque nos tragamos su miedo.

Las nuevas opciones políticas que se han plantado en el Parlamento son una incógnita, aunque en los ayuntamientos ya se puede ver algo de por dónde van los tiros. De momento ya han conseguido algo importante: ponerlos nerviosos, sacarlos de quicio, obligarles a que las mentiras con que nos envolvían sean cada vez más toscas y por tanto menos creíbles.

¿Por qué Pedro Sánchez se presenta a una investidura que sabe de antemano que tiene perdida? Porque sabe que la única forma de salvar su puesto es una huida hacia adelante, es fabricarse una coartada para tapar sus vergüenzas: "Yo me presento y chantajeo a Podemos; si no me votas, tú eres el responsable de que siga Rajoy, de que no haya cambio". Es lo mismo que hicieron en unos cuantos ayuntamientos, en Gijón sin ir más lejos.

Pero no, no puede haber cambio si el PSOE o el PP siguen ostentando el poder. El cambio no es quitar a uno de estos partidos para poner al otro: el cambio es terminar con el bipartidismo como régimen, hacer que la justicia sea independiente para cerrar el capítulo de la corrupción; el cambio es que dentro de los partidos sus militantes de base puedan expresarse libremente y participar de forma activa en las decisiones a tomar; el cambio es que todos los ciudadanos estén en igualdad de condiciones al presentarse a unas elecciones, que la democracia sea para todos y que para convencernos de sus bondades nos den argumentos y cumplan sus programas en lugar de intentar meternos miedo utilizando todos los medios a su alcance para difundir sus mentiras.

De Rajoy no merece la pena ni hablar, su huida hacia adelante consiste lisa y llanamente en dejar hacer, dejar pasar, que es lo único que sabe hacer; esperar a que la fruta madure y caiga sola, aunque para ello tenga que dejar en evidencia a Felipe de Borbón y negarse a cumplir su mandato, él, que es tan monárquico.

No sé lo que va a pasar en los próximos días. No sé si al final, para salvar a España estos patriotas de lo suyo acabarán llegando a un acuerdo o si en junio habrá que ir nuevamente a votar. En todo caso, no les tengamos miedo, ellos, en estos momentos están más asustados que nosotros.

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