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Diego Cartón, no es casualidad

Un joven cantante gijonés con enorme aptitud que intenta abrirse paso en el mundo de la música desde los "talent shows"

A Alejandro Sanz le bastaron apenas dos segundos para apretar el botón que lo determina casi todo y girarse. En menos de veinte segundos, los cuatro jueces se habían dado la vuelta y celebrado el sonido del artista. Incluso Laura Pausini llegó a decir de él que era guapo. Una manera más de aplaudir el intento del músico y de paso, corroborar que estaban delante de alguien con talento y peso en la escena.

Poco a poco Diego Cartón se fue consolidando hasta toparse con la realidad cruda de los "talent shows": buscan voces que por encima de cualquiera otra cuestión satisfagan las necesidades de la industria.

En apenas un par de semanas, este gijonés pone a la venta su primer gran álbum cargado de cositas buenas y no quisiera dejar pasar la oportunidad de plasmar en estas líneas mi honda y sincera opinión al respecto.

He tenido el placer, el inmenso privilegio de ver trabajar en estudio a Diego Cartón. Es uno de esos pocos músicos talentosos que convierten en realidad cualquier sueño de otro artista que llega a la sala de grabación con algo más o menos precocinado en su cabeza pero que no termina de cuajar. Él, desde su sencillez y generosidad, lo transforma en algo diferente, pleno y lo significa hasta tal punto, que lo pequeño se convierte en algo grande.

Su estado de gracia es tal, que sus maneras de guitarrista -por cierto, en nada similar a otros instrumentistas nacionales, tal vez influido el primero por la música norteamericana, repleta de calidad, de fondo, de armonía, de inteligencia - iluminan cualquier proyecto discográfico para el que es solicitado.

Da igual que sea un musical, como es el caso que ahora mismo me ocupa como compositor, una banda sonora o una maqueta: su implicación y honestidad confieren al producto resultante una inequívoca e irrenunciable marca difícil de superar.

Pues ahora, después de su experiencia televisiva, donde se ha granjeado el cariño de la audiencia, seguido por miles de fans y convertido en fenómeno ¿casual? aborda sin complejos un cambio en su estética musical y nos regala un auténtico referente musical.

Huellas, título de su trabajo en ciernes, refleja ese estado de gracia referido, una nueva y aterciopelada versión de su voz y una clarividencia especial para producir y decidir qué es lo que quiere en este preciso momento. El piano, las cuidadas armonías, la percusión imprescindible pero con sutilezas más propias de producciones llegadas de ultramar, hacen de este trabajo un compendio de arte, singularidad, belleza y militancia.

La industria es una animal voraz, que quema artistas, productos, que hace efímero incluso lo más sagrado. La dificultad de cualquier cantante, de cualquier músico, es sobreponerse a esa realidad que está ahí, imperceptible que consagra a unos pocos y condena al resto, a pesar de sus productos y de sus maneras.

Diego Cartón es una realidad nacional de primer orden. Aunque yo, desde la humildad, presiento que el mercado latinoamericano nos lo va a arrebatar por esa dulcificación vocal, por la cuidada producción y por la belleza de cada una de sus melodías.

Se regala en cada uno de sus temas y se desnuda, como en la portada que nos ha anticipado en las redes sociales para dar lo mejor de sí mismo. Pero si lo han seguido precisamente en las redes, habrán descubierto a un joven que ejerce un magisterio sobresaliente en cada palo que toca, en cada estilo que perfila, en cada nota que emite, en cada sensación y novedad que es capaz de extraer de su inteligencia musical y de la pasión que entrega con la inocencia del que regala por primera vez una rosa y aún no sabe qué va a recibir a cambio.

Es un privilegio trabajar y conocer a alguien así. Le auguramos una carrera repleta de obstáculos, de tiempos sin horizontes, pero que si persevera, nadie le negará en este universo, el lugar que se ha ganado. En buena hora.

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