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Crítica de arte

Vía crucis de autor en Asturias

Expresiones artísticas de la Pasión en algunas iglesias de la región

Vía Crucis tradicionales, fabricados en serie, con marcos iguales y figuras en relieve, pueden verse varios en Gijón, sobresaliendo los de San Pedro, San Lorenzo y la iglesia del colegio de la Inmaculada (SJ). Vía Crucis de autor llamamos a los realizados por artistas de prestigio.

El más antiguo Vía Crucis de autor en Gijón lo tenemos en el Codema. La iglesia de este colegio claretiano es obra del arquitecto Miguel Díaz Negrete (Palencia, 1920-Gijón, 2011), inaugurada en 1964. Aquí don Miguel colgó dos pisos por encima del techo plano de la iglesia, en cuya fachada luce un mosaico de colores, firmado por Camín, sobre la silueta de María, que combina virtudes y ciencias. Las piezas del mosaico son pequeños tetraedros truncados de vidrio fundido, marca "Pladit". El Vía Crucis, también de Joaquín Rubio Camín (1929-2007) está hecho a base de cubitos de piedra coloreados en blanco, carne, gris y negro. No se parecen a las teselas de los mosaicos romanos. Dan la impresión de algo más rudo, natural y primitivo. Por tanto, más moderno. Igual que todos los mosaicos que Camín realizó en la iglesia de San Pedro. Un Vía Crucis grande, pues mide un metro de alto por unos 22 metros de largo. Hay una estación que sobresale de las demás, ya en el presbiterio, la Crucifixión. Estamos ante un Vía Crucis donde prima la línea de dibujo en negro, una linealidad sencilla y geométrica. El protagonista absoluto es el Cristo, aunque siempre le acompañan otras figuras secundarias, a veces a menor tamaño. Esta jerarquía expresada en tamaños es muy antigua en el arte cristiano. Tiene sin embargo este Vía Crucis un problema y es su iluminación, porque las luces están por encima y muy pegadas a la pared, de modo que impactan directamente sobre los ojos del espectador.

El Vía Crucis de Antonio Oteiza (Iglesia Capuchinos de Gijón) es más reciente. Realizado en 2005 en el taller de La Guía, se puso en 2009, cuando la iglesia fue remodelada con gran acierto por el arquitecto Marcelino Galán. Se atiene a las estaciones que están en los relatos evangélicos de la Pasión, como indicó Juan Pablo II el Viernes Santo de 1991. Se suprimen las tres caídas y la escena de la Verónica. Es un Vía Crucis expresionista: no se aprecian los rostros y todo el sentimiento se transmite a través del lenguaje corporal de los protagonistas.

En la iglesia de San Juan Bautista de La Corredoria, de Oviedo, todo es de autor. El edificio fue diseñado por el arquitecto Juan Vallaure Fernández-Peña (Oviedo, 1910-1975) en 1959, que con sabio manejo de la luz ha conseguido crear un ambiente propicio a las experiencias espirituales, siguiendo las tendencias marcadas en los años 50 del siglo XX por arquitectos como Miguel Fisac, Le Corbusier ( Notre Dame de Haut) o el dominico fray Francisco Coello de Portugal (La Virgen del Camino, León). La estatua de san Juan Bautista, con esas enormes piedras de río incorporadas al hormigón, el sagrario, los mosaicos, las vidrieras y el Vía Crucis, son obra de Antonio Suárez (Gijón, 1923-Madrid, 2013). Es un Vía Crucis grabado sobre tabla con punzones candentes (pirografía). Hay otro Vía Crucis de Antonio Suárez procedente de la capilla del Hospital Central, recogido en el Museo de Bellas Artes.

En la iglesia de Santa María Magdalena de Cangas del Narcea hay un Vía Crucis en madera de tilo que procede del taller de Suso Dorrego, ubicado en Arganda del Rey (Madrid). Fue encargado en 1995 por el párroco Jesús Bayón, nacido en la villa canguesa y que lo sigue siendo al día de hoy. El encargo se hizo a través de la tienda Arte Sacro La Victoria, de Oviedo, situada entonces en la calle San Antonio y ahora en la calle Jesús. Este taller familiar de los Dorrego está muy ligado a Asturias, tanto por la compra de madera en Besullo, que está a 17 km. de Cangas del Narcea, como por relaciones familiares.

En este Vía Crucis el protagonista es el rostro de Cristo y en algunas estaciones, el Cristo con su madre, María. Es un Vía Crucis de los que se pueden llamar cinematográficos, por el uso continuo de primeros planos y detalles. La madera de tilo común o europeo es muy apreciada en escultura, por su fácil talla y grano fino. Hay partes más claras y otras más oscuras en las estaciones de este Vía Crucis. La cruz y la corona de espinas (muy sutil y delicada) van en oscuro, mientras que los rostros, más claros, contrastan muy suavemente con cabellos y vestimentas. Estas tonalidades se consiguen mediante aplicación de tintes como nogalinas y un toque final de cera protectora.

Otros dos Vía Crucis de autor son los pintados al óleo sobre tabla por Magín Berenguer: el de la Colegiata de Pravia (1957, 90x60 cm.) y el de Santa María de Llanes (1962, 117x74 cm). También abundan en detalles, pero sobresalen por su sentimiento. Es el vía Crucis de un gran cristiano que meditó mucho sobre la Pasión de Cristo.

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