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Juan Zaratiegui pinta y vive la naturaleza

Son 24 las obras sobre la naturaleza que cuelga Juan Zaratiegui en la sala del Colegio de Arquitectos, en la calle Recoletas, entre la Plaza Mayor y el Palacio Revillagigedo. (Esta calle se llama así porque era la subida natural al convento de Agustinas Recoletas, fábrica de tabacos desde 1842 tras la desamortización de Mendizabal de 1836). Cuatro de estas obras son óleos sobre tela de un metro cuadrado. Y las otras diecinueve van sobre papel, enmarcadas en madera vista y protegidas mediante cristal. Cinco de ellas cianotipias. A esta exposición le han dedicado textos Rubén Suárez (catálogo y sección de cultura en LA NUEVA ESPAÑA del 26 de abril) y José Luis Argüelles (noticia del 21 de abril en LNE de Gijón).

Juan Zaratiegui del Agua nació en Oviedo en1948, de padre navarro y madre asturiana. Su padre procedía de Ujué, localidad navarra de gran prestigio, por su espectacular Virgen románica y su no menos espectacular iglesia de Nuestra Señora de Ujué, con dos torres almenadas a la manera de fortaleza, que combina el románico con el gótico en su construcción de los siglos XIII y XIV. En vasco "uxue" significa paloma, pues según la leyenda, un pastor vio salir varias veces una paloma del hueco de una roca y al ir a mirar se encontró escondida a Nuestra Señora de Ujué, para protegerla de la morisma.

Juan Zaratiegui reside en Gijón desde que se casó en 1973. Licenciado en Bellas Artes por San Fernando (1975) fue durante cuarenta años profesor de dibujo en la Universidad Laboral. Allí gestionó e impulsó en el curso 1997-98 la implantación del Bachillerato de Artes en el IES U.L. Tras jubilarse de la docencia en el año 2008, le han instalado en el 2014 un busto de bronce con peana y dos placas en la ampliación de la biblioteca del citado centro docente, homenaje en el que para nada intervino Zaratiegui. El busto es obra del profesor Jesús Moreta Martín y sus alumnos del Bachillerato de Artes.

Juan Zaratiegui del Agua además de pintor es escultor y medallista. Como medallista cabe destacar la colección de Doce Reyes Asturianos que entregó personalmente a don Felipe de Borbón, hoy rey Felipe VI, el 14 de octubre de 1988. Ha realizado docenas de medallas para conmemorar efemérides de todo tipo en Gijón y Asturias. (Ver el libro "Juan Zaratiegui. Medallas conmemorativas", Gijón, 2008, con textos de quien esto escribe). Entre sus esculturas, podemos señalar el busto del Presi en la plaza gijonesa de su nombre, "El árbol de la ciencia" en la entrada de la Laboral, la "Sardinera" de Lastres y el "Homenaje al hórreo asturiano", esta última a la estética del vacío, en Bueño. (El Ayuntamiento de Ribera de Arriba ha publicado en 2014 un libro sobre esta obra, en inglés y castellano, que incluye un estudio de quien esto escribe, sobre las piezas anteriores de Juan Zaratiegui a la estética del vacío que inventó Jorge Oteiza).

Están muy trabajadas y cargadas de materia todas estas obras sobre la naturaleza de Juan Zaratiegui, que utiliza óleo, acrílico, acuarelas, grafitos, lápices de colores y ceras, a los que añade arenas, polvo de mármol o de granito. Así son de apreciar, en los cuadros grandes con tantas texturas, los esgrafiados sobre la desolación de "Tsunami"; las vibrantes ondulaciones que el viento produce en las hierbas de "Escarcha"; la carretera de "Zona sucia", donde pinta a toques sobre el fondo negro del supuesto asfalto, al tiempo que disminuye la raya blanca de demarcación y crea un espacio con vegetales suspendidos; y ese "Horizonte blanco" construido a base de disminuir de abajo arriba los tallos ondulantes blancos, al tiempo que modula el color desde el azul de la base hasta los diversos verdes intermedios y el blanco de arriba, construyendo un horizonte ajeno a las leyes de la perspectiva clásica.

Lo mismo sucede con las cianotipias, antiguo método de revelado fotográfico en azules aparecido a mediados del siglo XIX, que una vez terminadas en su proceso y puestas a secar con pinzas, Juan Zaratiegui las repinta y manipula hasta conseguir los efectos deseados. Aquí ofrecemos esa planta que parece un insecto camuflado, una "mantis religiosa", de esas que se comen al macho tras la cópula. Podría parecer por lo escrito que Juan Zaratiegui pinta al detalle minucioso, pero nada más lejos de la realidad, pues se aprecia a primera vista que estas plantas ondulantes van al gesto, son pintura gestual que elude el control consciente y muestra fluidez y libre expresividad. Ahí están los delicados tonos de "Génesis", un ancestral meteorito.

¿Y qué piensa y siente ante la naturaleza, que mensaje emiten sus pinturas? Es pregunta obligada, ya que, por primera vez en dos mil años, el Papa Francisco ha escrito una carta encíclica llamando al planeta Tierra la "casa común" que debe ser cuidada, pues "entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra." (Laudato sí, nº2). Pues el pintor Zaratiegui vive cerca del mar y ha recorrido durante años montes y matorrales, afrontando lluvias y vientos, esperando que salte la liebre o vuele la perdiz. Conoce muy bien matos, mimbreras, cuevas y hierbas que el viento abanica. Preguntado sobre esta cuestión, responde: "Tales de Mileto dijo. 'La Naturaleza es bella porque no proviene de la técnica'. Comparto este principio y reivindico, en este momento de destrucción masiva de la naturaleza, su conservación por encima de cualquier interés económico".

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