Los nuevos planes municipales para ampliar las zonas peatonales o semipeatonales en Gijón han provocado, como cabía esperar, unas primeras reacciones contrarias que se basan en la importancia del tráfico rodado en detrimento del uso de las calles para los caminantes. No hay sorpresas en las primeras reacciones de oposición porque los cambios siempre son recibidos con recelo por una ciudadanía que se siente cómoda en la rutina. Nadie ha olvidado en la ciudad las caceroladas organizadas en contra de la peatonalización de la calle Corrida, promovidas por unos comerciantes que veían peligrar sus negocios por la imposibilidad de que los coches circularan por la emblemática rúa. El tiempo ha dado la razón a los impulsores del cambio porque Corrida se ha convertido en el principal eje comercial gijonés, con los bajos ocupados por las firmas de mayor postín patrio. El comercio de otras calles peatonales agradece la medida.
