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Profesor de Geografía e Historia

Una nueva "Semana negra"

El encuentro festivo-cultural veraniego merece ya abrir el debate sobre una nueva ubicación, en las afueras de la ciudad

Acaba de arrancar una nueva edición de la "Semana negra" gijonesa, ubicada en los terrenos del antiguo astillero Naval Gijón en Poniente. A medio plazo habrá que buscar una ubicación más amplia y digna para el certamen, la mayoría de las ciudades tienen su "Real de Feria" para atracciones en explanadas a las afueras de la ciudad, pero fácilmente conectadas. En Gijón habrá que ver la posibilidad de ubicarla al norte de la Feria de Muestras o de la Universidad Laboral. El ámbito, entre las playas de Poniente y El Arbeyal, ahora que se debate el nuevo Plan General de Ordenación (PGO) no parece idóneo para ello ni para actividad industrial tradicional, sería mucho más lógico uno con alguna instalación tipo parque acuático, espectáculo de delfines o piscina de olas -lo hay hasta en Valencia de Don Juan-, aparte de algunos cientos de viviendas en el entorno que compactarían el barrio.

En esta cita la exposición de fotoperiodismo se dedica a los refugiados, un tema de candente actualidad, dirigida por Javier Bauluz, de reconocido prestigio en tal espectro de la fotografía. Y se relaciona con la guerra civil española. Llama la atención que se utilice para ello únicamente el archivo del Partido Comunista de España (PCE), no sabemos si por ser el único disponible sistematizado, o por comodidad o preferencia ideológica. Lo cierto es que los partidos comunistas en los años 30 eran marxistas y estalinistas, de hecho la II Guerra Mundial empezó en septiembre de 1939, entre otras cosas, porque Hitler y Stalin se repartieron Polonia, por tanto siglas no moralmente muy indicadas para reivindicar derechos humanos ni libertades.

Relacionarlo con acontecimientos propios es un acierto, pues nos lo acerca espacialmente, siempre y cuando el tratamiento sea riguroso y no sectario. España fue tras la larga y cruel guerra civil (1936-39) también un país de refugiados, con cientos de miles de republicanos exiliados que huían del triunfo del bando franquista sublevado. Desde luego este tema de la guerra civil, como la historia de España contemporánea en general, se presta a la tentación del adoctrinamiento. Si durante 40 años franquistas nos imponían, sobre todo a través de los libros de texto y medios de comunicación, que la mitad de los de derechas eran los buenos españoles, alzados como salvadores contra los rojos o malos, que querían el ateísmo, incautar la propiedad, la anarquía? ahora llevamos otros 40 años en sentido contrario: la mitad de las izquierdas eran los buenos demócratas y progresistas, y los sublevados cuatro azules o fascistas, terratenientes, obispos o generales, que se sublevaron porque odiaban las libertades, las autonomías y las reformas. Lo cierto es que el apasionamiento y el odio prendieron y se desbordaron, y se cometieron en ambos bandos atrocidades por miles, por lo que seguir 80 años después con la milonga de la mitad de los buenos y la mitad de los malos resultaría, además de tergiversador, patético. Lo lamentable y cruel es tener que resolver las controversias a tiros en vez de mediante las urnas. Ya dijo el británico Churchill que en ese sentido la democracia es el menos malo de los sistemas políticos practicados.

Relacionarlo con nuestro propio pasado es un acierto, pues nos hace ver que cualquier pueblo en un momento histórico dado puede ser víctima de las posturas ideológicas o religiosas extremistas. El drama de la guerra de Siria nos sacude, así tenemos un referendo en Hungría previsto para el próximo 2 de octubre, promovido por el gobierno nacionalista magiar. La excusa, la cuota de 2.300 refugiados asignada por la Unión Europea; les preocupará el efecto llamada que tal acogimiento pudiera generar en sucesivas oleadas. Se prevé oportunistamente un triunfo abrumador de la postura contraria a abrir las fronteras a los refugiados del Próximo Oriente. La mejor manera de responder a la crisis humanitaria sería actuar sobre sus causas, no solo sobre sus consecuencias. Veremos si el dinero que la UE entregará a Turquía a cambio de contener a 2 millones de refugiados sirios en Anatolia encauza el problema. La solución satisfactoria no llegará hasta el final de la guerra y la derrota de los fanáticos del Estado Islámico, que incluso han amenazado con la reconquista de Al-Andalus (no sabemos si Andalucía o toda España y Portugal con o sin Asturias). Y tercero si el país puede encaminarse por una vía de libertad y prosperidad, complicado pues los otros dos bandos en liza son el poder oficial del dictador socialista Assad, respaldado por la Rusia de Putin, y al norte los minoritarios kurdos respaldados por EE UU y Occidente, es decir desde nuestra lejana perspectiva parece escasear una oposición democrática fuerte.

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