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Presidente de Nuevas Generaciones de Gijón

Exámenes de septiembre

El consejero de Educación afronta su reválida personal en este inicio de curso

A Genaro Alonso se le atraganta septiembre. Mientas alumnos de todos los niveles de enseñanza vuelven a las aulas, el Consejero de Educación afronta su reválida particular con un comienzo de curso cargado de deberes sin hacer. Es entendible que al responsable regional de educación no le gusten estas pruebas, dos cursos inaugurados y dos fracasos consecutivos. Tal vez Alonso hubiese preferido ser evaluado por sus declaraciones contra el gobierno de Mariano Rajoy o por sus silenciosas excusas que achacan todos los males a la anterior gestión del ramo, pero esto es lo que tienen los exámenes finales: evalúan lo importante y dejan las carencias al descubierto.

El curso escolar se acaba de iniciar para 23.000 niños de Educación Infantil, 48.000 de Primaria y 21.000 de las enseñanzas universitarias. A ellos, hay que sumar los 60.000 alumnos de ESO, Formación Profesional y Bachillerato que comienzan este jueves. Pese a la magnitud de las cifras, las cuales arrojan una población estudiantil de más de 150.000 alumnos, ni el gobierno socialista asturiano ni su esquivo consejero pueden ocultar una realidad incomoda: la demografía da la espalda a sus políticas. Como ejemplo podemos observar la situación de Gijón, donde se ha registrado la mayor caída de matrícula en Educación Infantil de todo el Principado, lo cual ha provocado que tengamos el dudoso honor de ver cómo siete de las quince unidades que Genaro Alonso cerrará en toda nuestra región se encuentran en nuestra ciudad. O, lo que es lo mismo, cómo una de cada cinco plazas de nuevo ingreso en la red pública de Infantil han quedado vacantes.

Estos datos demuestran una vez más que la realidad es tozuda pese a la demagogia. Sin políticas que fomenten la natalidad, es imposible que el sistema reponga a medio plazo los alumnos que salen de nuestro sistema educativo ni, por tanto, a los trabajadores que abandonan nuestro mercado laboral a largo plazo. El gobierno de Javier Fernández tampoco puede esperar que la situación cambie cuando, solo en educación, unos padres tienen que afrontar con las ayudas más bajas de España unos 230 euros en libros de texto por alumno y curso o cuando la primera etapa de Educación Infantil puede llegar a suponer 320 euros por niño para una familia. Por ello, además de las bajas perspectivas de futuro en un sistema económico anquilosado por décadas de intervención socialista, el supuesto sistema universal y gratuito que propugnan desde la Consejería de Educación supone un lastre más para la recuperación demográfica de Asturias y, por tanto, para el rejuvenecimiento de una tierra donde falta dinamismo y sobra chiringuito.

En definitiva, sin entrar a valorar la más que mejorable situación de varias infraestructuras educativas dependientes tanto del Principado como del Ayuntamiento de Gijón, podemos concluir que Genaro Alonso suspende otra vez en septiembre. Suponemos que ya se encargará él de tapar sus carencias con un rosario de discursos grandilocuentes que maquillen la cascada de incumplimientos que acumula en poco más de un año. Al consejero socialista septiembre le sabe a reválida, quizás sea por eso que ya haya anunciado el enésimo recurso contra la LOMCE, pensando que tal vez así ya nadie le podrá examinar nunca más.

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