La iluminación navideña que se presenta para las calles de Gijón tiene, sin duda y a la vista en el papel, muy buena pinta. Las luces navideñas, como los fuegos artificiales y como algún aspecto más de la vida ciudadana, no nos dan de comer, pero alegran las calles en fechas señaladas y marcan el devenir de las ciudades. Unas luces navideñas de calidad sirven para que los vecinos se sientan satisfechos de la ciudad en la que viven, en nuestro caso Gijón, y para que la actividad comercial se realice en un ambiente agradable. Las luces navideñas son como los fuegos artificiales de la noche de Begoña: todos queremos que salgan bien, gusten y sean aplaudidos. Todos soñamos con unos fuegos semejantes, por ejemplo, a los del Año Nuevo en Sidney, que pasan por ser los mejores del mundo, pero somos sensatos y nos conformamos con menos. Las luces de estas Navidades son hermanas pequeñas de las de París o Moscú, que no son malas capitales.
La esquina