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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

De lo grande a lo doméstico

Después del susto por la elección de Trump conviene recobrar el sosiego y volver a los asuntos locales

Despejada la duda tras la "Gran-noche-electoral" y conocido el, en principio, desalentador resultado, sólo nos queda esperar que Donald Trump no resulte al final tan mal presidente como los más pesimistas, los pesimistas a secas y los neutrales vaticinan. De momento, a miles de kilómetros, pero dependientes de una considerable cantidad de medidas y decisiones que las que se adoptan en Washington, sólo nos queda la expectación temerosa, ello debido a por cómo se ha pintado desde la práctica totalidad de los medios en los últimos meses al ya presidente electo de los EE UU.

De un multimillonario, hemos aprendido a convivir con sus excentricidades y exageraciones fuera del eje normal de una vida. Pero de un multimillonario exagerado y excéntrico como comandante en jefe de un poderosísimo ejército y con el maletín del botón nuclear en su poder, de mano, desconfiamos. Teníamos la sensación muy extendida de que Trump era una especie de gamberro incrustado en el sistema político norteamericano por un resbalón o fallo del partido republicano, que siempre tenía alguna inconveniencia en la boca, pero al que no había que tomar demasiado en serio. Eso es la opinión que generalmente estaba extendida no ya en Europa y en la mayoría de los círculos informativos de los EE UU. Una voz, sin embargo, se alzó: la del director cinematográfico y documentalista Michael Moore, que pronosticó la victoria de Trump y, entre otras cosas, explicaba que este tipo de argumentos se mantenían dentro de la "cámara de resonancia" donde repican los medios de comunicación, pero no en importantes capas de la población en aquellos estados que luego han resultado claves en la elección. La escritora Elvira Lindo coincidía en la tarde de ayer con este argumento que este resultado significa también el fracaso de la información, en referencia a los medios, pues nos movemos mucho por internet, pero poco sobre el terreno. Sea lo que fuere, la cosa ha terminado en una especie de golpe inesperado que nos deja algo noqueados y en un temeroso estado de espera.

Frente a la enormidad ocurrida en los EE UU, lo que nos pueda acaecer en nuestra recogida, pero populosa villa marinera, parece que se queda menguado, aunque la confección del presupuesto municipal siga teniendo para nosotros la misma enjundia que hace una hace un par de días, que los del PP de aquí hayan confirmado y validado ante los tribunales la completa validez de su junta local o que el actual director del certamen cinematográfico de nuestro pueblo pretenda repetir otros añitos sus errores y sucederse a sí mismo, para ello no ha dudado en presentarse al concurso público convocado al efecto de encontrarle un digno sustituto.

Y, entre los nueve candidatos a suceder al frente del festival fílmico a Nacho Carballo no sólo está él mismo, sino su propio ayudante principal, el avilesino Jorge Iván Argiz. Todo el mundo tiene derecho a su pedacito de tierra bajo el sol, pero ya les vale a estos dos. Después de la operación de mengua a la que han sometido a lo que fue un prometedor evento cultural en pleno crecimiento, no tienen rebozo alguno a competir entre ellos, dejando claro que, para ellos, lo principal es el calorcillo del solete en forma de soldada que la lealtad entre los integrantes de un equipo de trabajo.

Pero qué pequeñas nos parecen hoy estas cosas. Mañana será otro día, nos diría un optimista, pero los acontecimientos norteamericanos nos han dejado un poco trastocados. Repongámonos, recobremos el sosiego y sigamos adelante sumergidos en nuestras pequeñas cosas.

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