El ayer vivido ya es antiguo por no decir pasado, pues podemos llevarlo con nosotros si es parte agradable y aún precioso tesoro. Es más lo que vivimos cotidianamente y necesariamente o lo que pensamos haya sido cierto o imaginamos, me dijo una persona de espíritu alerta, más quizá que de acción inmediata, inteligente quizá y que sabía compaginar pasado y presente, que es lo correcto. El cerebro nos puede colocar en muy distintos lugares si quisiéramos.
Hoy quiero recordar aquellas Navidades en que nuestro padre de gran imaginación (y cultura, por supuesto) nos leía antes de la cena un romance o comedia del duque de Rivas titulado "La Nochebuena en París y en Madrid". Allí, el protagonista estaba en París (año 1857) exiliado y celebrando la Navidad en casa de una familia amiga que frecuentaba a gente de letras como él.
En la comedia, en verso, se emborracha, un criado le va trayendo botellas de vino, ya sólo evoca la Navidad de Madrid en su casa y dice que es su alma la que llega, y no le hace falta abrir la cerradura pues las almas entran sin abrirla.
Lo cuento por ser Navidad y porque me permití decir antes que con la mente podemos ir donde queramos, pero empujados por la nostalgia y el sentimiento de estos días donde lo espiritual, el alma, nos hace recordar a los que ya no están y juntarlos con nuestros deudos de ahora mismo para ser más, para pasarlo mejor, no para entristecernos.
"I believe on yesterday", nos dicen los Beatles, que siguen presentes, y es que por el pasado somos lo que ahora somos o pensamos. Mucho nos valió para comprender muchas cosas y admirar a los que supieron alargar nuestra mente y mejorar en algo el mundo, con sus escritos. El Duque de Rivas o sus profundos pensamientos y la amiga que me alertó sobre dónde podemos ir con la mente y traer con ella el pasado al presente.
Feliz Año Nuevo.
