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Vocaciones

El lado oscuro en la vida del artista cuando no se puede vivir del sueño de la propia creación

Madrid es una ciudad con más de un millón de autores (según las últimas estadísticas) que se preguntan si han hecho lo correcto. Si aquello por lo que luchan tiene sentido. Si el arte, como el amor, sólo se renueva. Este millón de autores espera un nuevo objetivo, y se dicen a sí mismos que es fácil ser injusto con lo que aman, si recuerdan a Wilde. Para ellos siempre regresan las dudas, y la pregunta "¿Es válido lo que hago?" les hace volver la vista atrás.

Muchos son los que abandonan su ciudad de origen (en mi caso Gijón) en busca de la gran oportunidad. Y muchos los que se han quedado en el camino. Porque el arte no es el glamour que se proyecta. Pondré un ejemplo. En cierta ocasión compartía piso con un actor que iba a estrenar una película en los cines de Callao. La televisión y la prensa estarían ahí, junto a la pequeña alfombra roja, el photocall, los seguidores, los turistas y la sonrisa de los flashes que dirigen la entrada al recinto. Yo le acompañaría sin saber muy bien qué hacer (las convenciones sociales nunca han sido lo mío), para luego seguir con mi rutina. Mientras todo nos espera, fumábamos en casa con los pies en alto, en un salón minúsculo y junto a un roedor que vivía con nosotros temporalmente y al cual bautizamos Philip Seymour Hoffman III. Esta era la estampa. Me pareció extraordinario contemplar ambos momentos, el primero junto a mi amigo, fumando; el segundo de traje, en la fiesta. Todo el mundo estaba nervioso, y la película, todo sea dicho, no era buena. Pero la prensa recogió el evento. Y hubo alguna crítica. Y volvimos a casa, porque ya había nuevo proyecto y cada uno se encerraba en su habitación, a trabajar en lo siguiente.

Quien se imagine la vida del artista ha de saber que no todo es felicidad en la abstracción. También existe ese lado oscuro, que conlleva esfuerzo (el arte es otro tipo de trabajo) y el juicio de su constancia. Porque son muchos quienes han tirado la toalla y muchos los que necesitan otros trabajos, ya que por encima del sueño hay que vivir. Un mundo de examen continuo, para que alguien responda "Esto que has creado es útil". Un tipo de vida, mientras la vida pasa. La tenacidad por lo bello y el miedo a continuar en balde. El temor a la página en blanco. Como esta columna, si algún día te fuera necesaria, lector.

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