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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Llantos a tutiplén

La moda que se impone entre los jugadores que dejan el Sporting son muchas lágrimas

Los futbolistas que, en busca de mejor destino, van abandonando el R. Sporting en incesante goteo, lo hacen entre lágrimas, pero la bolsa es la bolsa y la carrera profesional es corta. Sorprende la cantidad de lamentos y suspiros, aunque se reputan fruto de la sensibilidad de los chavales y no a unas actitudes crocodilianas. Debe de ser algo fantástico entrenar en Mareo y jugar en El Molinón cuando, a pesar de que se van a ganar más dinero y a clubes supuestamente más grandes, lo hacen entre grandes llantos. Será que el futbolista actual es de natural sensible y enseguida se emociona por cualquier fruslería. También hubo mucho aficionado que lloró ante la contrariedad de que el equipo de sus amores descendiese a Segunda, pero ante tal tesitura, a los integrantes del equipo, aunque afectado y cariacontecidos se les vio más enteros. Los humanos comportamientos nunca dejan de llamarnos la atención y este fenómeno sportinguista de la lagrimita es uno de esos que nos ha proporcionado un cierto asombro las últimas semanas. ¿Se entablará una especie de competición por ver quién lo llora mejor en su despedida?

Los que durante cuatro años, cuatro, llevaron la procesión por dentro fueron la antigua concejala socialista, presidenta de la empresa de las aguas de esta populosa villa marinera, y el antiguo gerente de la misma compañía, Luis Alemany. Con afán, ahora parece que vengativo, antiguos concejales del PP llevaron ante la fiscalía lo que aparentaba ser una gran corrupción; lo hicieron, de aquella, con la ayuda de los concejales mandantes de Foro durante la anterior corporación y que parece continuaron los de la actual. A lo largo del proceso, fueron descartados ya algunos de los cargos y de los últimos fueron absueltos hace unos pocos días. Por el camino, se le dio el cese al gerente Alemany y, tras él, el despido a otros altos empleados de la Empresa Municipal de Aguas local. También responsables de dos empresas proveedoras se vieron involucrados e igualmente absueltos. ¿Y ahora qué? ¿Habrá algunos de aquellos feroces acusadores que con tanta arrogancia actuaron que salga plañideramente a comparecer con hondo arrepentimiento por los honores destrozados y los disgustos provocados a los ahora absueltos? Es improbable que guarden ominoso silencio y tampoco pidan disculpas a la ciudadanía por habernos intentado confundir acerca del comportamiento de sus predecesores y por los daños profesionales y personales infligidos a los despedidos a quienes la gente, como es lógico, comenzó a mirar de soslayo. Se nos dirá que para eso está la Justicia, así puesto con mayúscula, y que la sentencia absolutoria pone las cosas en su sitio; pero todos sabemos que no es así. Que las honorabilidades, salvo en los círculos más cercanos a los interesados, quedan tocadas para una mayoría. Llevamos poco más de seis años de oprobio en la gestión de nuestra ciudad: la incompetencia, la gran parte de las veces, o la malicia guían la actuación de los gobernantes municipales de una derecha que, todavía a estas alturas, no queda otro remedio que calificar como montaraz. No hay semana que no hagan o les salga mal alguna cosa. Apetece ponerse en plan jugador rojiblanco al marchar de Mareo.

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