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Feliz otoño

Llega una nueva estación con el país sumido en una grave situación política

Tras haber pegado un chapuzón y tomada una botellina en la sidrería "champions league", me pongo, relajado, a pensar en cctubre y lo de menos es que vuelvo a cumplir años y que las mascotas camparán a su libre albedrío por el arenal de San Lorenzo con sus trinos ladridos; no, lo que me preocupa es esa fractura que se ha producido en Cataluña y que, cual bajamar, ha depositado lo que, ¡ay!, cada uno lleva dentro.

Es obvio que desde el golpe del 23 de Febrero (en España, no distinta de las demás naciones, hay ultras pa regalar), no había presenciado nada tan grotesco como lo del Parlament y es palmario así mismo que ante la sinrazón de Puigdemont, Junqueras y compañía, las bajas pasiones han aflorado y ¡de qué manera!

Está claro que el día 2 no queda otra que sentarse, sosegadamente y con buena voluntad a dialogar y a llevar a puerto una convivencia pacífica. Nos queda una semana muy jodida y bueno sería que las citadas bajas pasiones (racistas, xenófobas, fascistas de uno y otro lado), llegadas ya al punto de inflexión de lo miserable, se fueran como los huracanes, bajando de grado hasta llegar a la calma chicha. Creo que no queda otra.

Ojalá este peligrosísimo sucedido haga a todos reflexionar y, modificando lo que sea preciso, volver a la senda de la paz y sensatez que con creces, tras larga travesía dictatorial, nos hemos ganado a pulso. El pueblo soberano, creo que se merece salir de ésta.

Pongamos pues todos toda la carne en el asador y ¡que así sea!

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