A punto de cumplir ochenta y nueve años, llegó al Festival Jazz Gijón la gran dama del jazz Sheila Jordan. Con una dilatada carrera iniciada en la época dorada del jazz, junto a Charlie Parker, George Russell o Lennie Tristano, y que cuenta entre sus muchos méritos haber sido la primera mujer en grabar con el emblemático sello Blue Note, congregó a un numeroso público dispuesto a disfrutar de la actuación de un mito viviente.

Desde el primer tema el público supo apreciar su calidad, su puesta en escena, su simpatía y su energía, dejando claro que la edad no es ningún impedimento para mantenerse encima del escenario haciendo lo que mejor sabe hacer. Para su gira por España, -recordemos que la noche anterior actuó en Madrid y que cumple un calendario como si se tratara de una artista mucho más joven- se acompañó del trío "CCD", utilizando la primera letra del nombre de los tres componentes: César Latorre (piano), Cord Heineking (contrabajo) y Daniel García Bruno (batería). Tres músicos como la copa de un pino que manifestaban con sus instrumentos sentirse orgullosos de formar parte de algo tan grande como es acompañar a la mismísima Sheila Jordan. Los arreglos de César Latorre al piano engrandecían cada pieza.

De su repertorio podemos destacar su versión de "Bird Alone", un precioso tema de Abbey Lincoln tocado al estilo bossa o la manera de improvisar y los arreglos de "Autumn in New York", para lucimiento del contrabajo. En la mayoría de los temas nos sorprendía con improvisaciones al estilo scat - como lo hacía la gran Ella Fitzgerald- pero, además, Sheila Jordan convierte piezas estándar en canciones divertidas, cambiando las letras y haciendo guiños a personajes e historias que han formado parte de su dilatada vida. El público se lo agradecía con espontáneas carcajadas. Así ocurrió en "Willow Weep for me", un tema que formaba parte del repertorio de grandes cantantes del jazz como Billy Holliday o Nina Simone. También hubo varios momentos de infinito agradecimiento y devoción por Charlie Parker, quien confió en ella en sus inicios al decirle "Chica, tienes un oído de un millón de dólares" y le enseñó a ser ella misma y a expresarse con su propia voz. Dedicatorias, también, para Clint Eastwood por dirigir "Bird" y contribuir a acercar al público ajeno al estilo la figura de Parker, de apodo "Bird" o "Yardbird".

Sin duda, una noche mágica en la que Sheila Jordan dejó patente que es una grande y se morirá encima de los escenarios. Esperemos que tarde mucho tiempo y que podamos seguir disfrutando de su buen jazz.