Para mí, un rostro bello es una cara limpia, fresca, hidratada, luminosa, cuidada... Cada persona nace con unas características físicas concretas, con un tipo de piel, y nuestra misión como profesionales es mejorar las condiciones particulares de cada uno. En otras palabras, lograr la mejor versión de uno mismo.

El primer paso para cualquier persona que quiera empezar a cuidarse o que quiera mejorar es, sin duda alguna, ponerse en manos de un profesional en el que confíe. El mercado está plagado de cosméticos y tratamientos y, si hasta a nosotros como especialistas nos cuesta estar al día y escoger, para el cliente normal puede resultar una locura y asume un riesgo altísimo de no acertar con lo que de verdad necesita y es lo más adecuado para su caso.

Compra de cosméticos: centro de estética, farmacia o perfumería

A la hora de comprar, por ejemplo, una crema, el tipo de establecimientos no es garantía de tener ni ofrecer lo más adecuado. Ni siquiera la farmacia, que goza de ese respeto social que la asocia al mundo médico. O la alta perfumería, en la que muchas veces se presupone que como es caro va a ser mejor... La clave está, repito, en el profesional, y en que ese profesional conozca tu piel. Cuando ves las respuestas de las pieles en cabina, durante un tratamiento, prescribes un tratamiento cosmético para casa, vuelves a ver esa piel y cómo ha evolucionado y, así, sí se pueden conseguir cosas. Esta es la manera de conseguir realmente un rostro bello.

Primer paso, acudir a un profesional. Segundo paso, hacer un primer tratamiento; es fundamental para poner la piel a punto para los cuidados posteriores. Necesitamos todo esa valiosísima información que obtenemos de las respuestas de la piel a todo lo que vamos haciendo durante la sesión, para establecer como debería cuidarse esa persona en su casa, día a día. Lo que nos lleva al tercer paso: los cuidados en casa.

Aunque hay servicios que no tienen un tratamiento posterior asociado, la mayoría sí lo tiene. Y estamos hablando de cómo lograr un rostro bello. No hay nada, absolutamente nada, ni el tratamiento más sofisticado, que pueda sustituir a cuidarse la piel en casa cada día.

Tratamientos en casa y en cabina

En los tratamientos para casa, básicamente siempre hay una fase de limpieza, y otra de cuidados específicos, que atiendan a las necesidades particulares. Imaginemos que sea una piel con granos, o con manchas, o con arrugas... Dentro de esto ¡hay tantas posibilidades como personas! Además, siempre hay que tener en cuenta que no todo el mundo está dispuesto a invertir el mismo tiempo y/o dinero en cuidarse. Aunque, de todas formas, el tratamiento siempre ha de adaptarse a la piel de cada uno tanto como a su edad, estilo de vida y posibilidades económicas. Por último, algo muy importante en los tratamientos que se aplican en casa es que el profesional explique perfectamente cómo han de aplicarse y que posteriormente realice un seguimiento para valorar la evolución.

Respecto a los tratamientos en cabina, la mayoría se pregunta si necesitan mucho tiempo y si son muy costosos. Pero la respuesta a estas dudas depende directamente de los objetivos de cada uno. Yo, como profesional y especialista, siempre antepongo la constancia a los atracones. Recordemos que el objetivo es acompañar a la piel en su proceso de envejecimiento, y el envejecimiento, hoy en día, no hay manera de detenerlo. Luchar por la eterna juventud, siento la sinceridad, es imposible. Pero mantenerse guapa/o con el paso del tiempo es una realidad. De ahí mi lema #bellezaconcabeza, donde defiendo el concepto de belleza global con el objetivo de conseguir que cuidarse sea una satisfacción y no se convierta en un problema, ya que a veces puede generar altas dosis de frustración al no conseguir los resultados que buscamos.

Y, respecto al coste, podemos tratar de ajustar el tratamiento a lo que uno esté dispuesto a gastar; siempre intentamos buscar el mayor resultado con el menos coste. Lo más importante es dejarse guiar. De todas formas, cada profesional sabe lo que valen sus servicios, y en este sector no se puede ofrecer el mismo servicio, el mismo, con costes inferiores. El cliente debe ser consciente de esto.

¿Receta mágica?

Por supuesto: asesoramiento, constancia y disfrutar mucho con el proceso de cuidarse y dejarse cuidar, que es maravilloso.

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