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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Altos plumeros

Un edificio histórico que no quiere nadie y la invasión de una hierba de mucho fuste

¿Quién quiere el palacio de Revillagigedo? Y, cuestión más peliaguda ¿quién suelta la manteca? A la fundación dependiente de Liberbank no le interesa por el coste de su mantenimiento ni el organizar en la instalación centenaria eventos culturales que, por supuesto, también tienen su carga pecuniaria. Para el ayuntamiento de nuestra populosa villa marinera, con tantas instalaciones ya cargadas a sus espaldas, y algunas por venir como la antigua Tabacalera, el palacio de la plaza del Marqués representa un monstruo que se añadiría a la colección de lo que considera horrores presupuestarios. Agazapado en las sombras anda el conde con el archivo de su casa a ver si lo coloca y si consigue hacerlo en la antigua propiedad de sus antecesores, pero, eso sí, sin pagar un duro y, si acaso, percibir alguna remuneración a cambio: difícil lo tiene. La Fundación Cajastur, es decir, Liberbank, parece que se verá obligada a cargar con lo que tantos consideran a día de hoy un mochuelo y aflojar la bolsa aunque sólo sea en su mantenimiento en condiciones. Es una pena que a tan emblemático edificio, probablemente el más fotografiado de la villa, no exista voluntad para darle una utilidad digna del representativo empaque de su fachada, porque, para ser sinceros, el espacio que alberga es más bien escaso, lo que le hace inhábil para algunos usos, como por ejemplo pudiera ser el hotelero. Sin ir más lejos, hacer de él la principal instalación museística de la localidad es imposible porque estaríamos ante un caso muy parecido, en cuanto a estrecheces, al de la actual Casa Natal de Jovellanos. Habrá que darle otra vuelta a su utilidad social, mientras el banco aguante y no termine por poner a las administraciones públicas entre la espada y la pared.

Ya se ve que en nuestro pueblo crecen los problemas de la forma más inesperada. Lo último es una planta convertida en "especie invasora". Se trata de la cortaderia selloana, dicho para que todos los entendamos, el plumero de la pampa. Nuestro municipio es el de la provincia en el que más abundan estas altas hierbas con sus penachos y el consistorio local ha tomado conciencia de que es necesario eliminarlo. Al concejal encargado del ramo, le parece tarea formidable y apunta que exige una triple alianza entre Ayuntamiento, Puerto y Gobierno regional. Un frente común para acabar con la invasora hierba, antaño pieza de gran ornato en los jardines más selectos. Hace unos cuantos años, un amigo y yo hacíamos en coche dos veces por semana el recorrido de ida y vuelta entre Santander y Gijón, y nos admirábamos por la invasión de los plumeros en la vecina Cantabria. Poco tiempo después ya veíamos con horror cómo pequeños plumeros crecían en los márgenes de la autovía en la zona asturiana: primero Llanes, luego Ribadesella, después Caravia y Colunga, ahora ya todo. A ver si los del gobierno municipal encuentran respuesta a su petición de ayuda.

Mientras tanto, podemos esperar tranquilos, pues la cosa, por la parte consistorial, depende del concejal Arrieta, así que paciencia y un siglo de estos quedará solucionado el problema y perderemos de vista los penachos que, por ahora, van ganando sin paliativos la batalla de la invasión, desafiantes con sus altos plumeros al viento.

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