La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Otra maldita tarde de domingo

Lo más importante en este mundo

Leo una cita de Jose M. Campos, "intenta escribir como si te fueses a morir. Porque es que te vas a morir", mientras una pareja se besa a mi lado. Parecen felices. Se conectan dos mundos, el suyo y el nuestro, artificio y fantasía. Y observo el resto del vagón. Pienso en qué es lo más importante para nuestra sociedad, qué necesitamos más, qué nos distancia más de ella. Al ver a la pareja pienso en el amor, que se adueña de nosotros y nos permite un revés a la tortuosa realidad que nos rodea. El amor como evasión, como ignorancia feliz del diletante. Pero existe algo que lo detiene, algo más importante que incendiar una vida en base a un objetivo, esa ilusión delicadamente egoísta citada por Nietzsche que se enraíza en gestos y cuerpos, ya sea el de una pareja, la amistad o la autorrealización. Porque junto a esa pareja que se ama hay una evidente crisis de salud.

Un hombre, que se ha visto obligado a pedir en trenes y calle, se disculpa y me habla de su mujer y de sus hijos. Me dice que esperan una ayuda del gobierno y otra noche más de pensión. Que lo ha pasado mal, un asunto de drogas, que lo está solucionando. La enfermedad por encima del amor. Segunda parada. Pienso en el ser amado que vive intacto ante algo que nos impide llegar hasta él de la forma adecuada, algo que nos domina, algo que existe por encima de nosotros y nos persigue, como si de una tragedia clásica se tratase. La dependencia se tiñe de ansiedad y es nuestro cuerpo el que domina sobre el cariño que sentíamos hacia aquel cercano. Cuidar del ser amado. Parecería que nuestro bienestar es la meta en esta vida, pero puede que haya más, una tercera parada, en estrecha relación con el discurso de este hombre y su miseria: ¿qué hace el resto del tren mientras este hombre habla? Nos acercamos a lo más básico de nuestro ser, los instrumentos para ser feliz en un mundo con demasiadas herramientas: las necesidades básicas, nuestra implicación en el asunto, el objetivo de cambiar las cosas.

La sed. El hambre. He aquí las dos fuentes principales de placer que mantienen al ser humano digno en este mundo. La enfermedad por encima del amor, nuestra implicación sobre todas ellas. Sin ellas no existe relación alguna, ni siquiera la belleza. Pero para conseguirlas se necesita de nosotros un paso más, algo que nuestra conciencia no dicte: se necesita implicación. Mientras el tren avanza, he aquí las tres posiciones que dominan el mundo: el amor, la enfermedad, la lucha. Cada instante es un juicio contra nosotros mismos. Es entonces cuando el hombre, ante mi negativa, me dice que todo es mentira y que le dé algo de dinero, porque no quiere atracarme. Que está pasando el mono. Y lo está pasando mal. La diferencia entre pensar algo durante unas paradas y hacer algo en una de ellas. Llego a mi destino recordando una cita de Woody Allen: "La filosofía está muy bien, hasta que por fin sales a la calle".

Compartir el artículo

stats