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Historiador

Gijón: arquitectura y vanguardia

Un reconocimiento merecido a tres gijoneses del movimiento moderno

Conocíamos hace unos días que la Fundación DOCOMOMO Ibérico acaba de incorporar ocho construcciones asturianas a su registro de las obras arquitectónicas vinculadas al Movimiento Moderno más relevantes edificadas en España y Portugal. Este censo supera los 1.200 elementos -de los que ya son casi un centenar los localizados en Asturias- que corresponden a construcciones levantadas a partir de la década de 1920 y que reflejan las principales corrientes de vanguardia del siglo XX.

Cinco de estos ocho edificios cuentan con la peculiaridad de tener una vinculación directa con Gijón, dos por localizarse en la ciudad y todos ellos por estar firmados por tres arquitectos gijoneses: Manuel García Rodríguez, Mariano Marín de la Viña y Mariano Marín Rodríguez-Rivas.

Los más antiguos son la Lonja y el Mercado de Abastos de Ribadesella, construidos entre 1933 y 1935, siendo el primero atribuible a García Rodríguez y el segundo obra segura suya. Relativamente bien conservado el primero y mucho más maltrecho el segundo -incluso estuvo hace una década a punto de ser demolido- constituyen dos obras significativas de este arquitecto que ha dejado en Gijón un buen elenco de construcciones de notable interés y que fue uno de los más comprometidos con la primera arquitectura moderna realizada en la ciudad.

En lo tocante a Mariano Marín Rodríguez-Rivas, su obra sigue sumando reconocimientos, en especial algunos de sus primeros proyectos levantados entre 1957 y 1965. Este es el caso de los edificios de viviendas localizados en las calles Luciano Castañón 10 y Ramón y Cajal 38 de Gijón -en el primero colaboró también Mariano Marín de la Viña-, a los que se suma el antiguo grupo escolar de la fábrica Tudela Veguín en Aboño (Carreño) -obra en colaboración con Luis Masaveu-, actualmente ocupado por los laboratorios Estabisol.

El estudio de nuestra arquitectura moderna es muy reciente y ha tenido precisamente en Gijón uno de sus epicentros fundamentales. Desde el Colegio de Arquitectos, Joaquín Aranda Iriarte abrió el camino en 1981 haciendo hincapié en el valor de la primera arquitectura de vanguardia levantada en la ciudad durante la década de 1930, entonces totalmente desconocida, infravalorada y en un progresivo proceso de desaparición. No obstante, no fue hasta comienzos del presente siglo cuando gracias al respaldo de la Fundación Alvargonzález sucesivas investigaciones sobre la arquitectura local permitieron reivindicar y conocer más en detalle este legado arquitectónico y a sus autores. Así tres obras editadas en 2003, 2008 y 2013 mostraron, respectivamente, el valor de la arquitectura de la segunda modernidad levantada en la ciudad entre 1950 y 1966, el de la obra de Manuel García Rodríguez y una visión de conjunto de la arquitectura gijonesa de la década de 1930.

Los trabajos de García Rodríguez en Ribadesella y de Marín Rodríguez-Rivas en Gijón, que pasan ahora a formar parte del registro del DOCOMOMO a petición del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias, tuvieron precisamente su primer reconocimiento en estas publicaciones que cumplieron su función de llamada de atención sobre su interés técnico y formal y que, como objetivo esencial, buscaban por añadidura su protección patrimonial y su conservación. Podemos comprobar que aquella siembra ha dado ahora cosecha.

A estas alturas, lo que resulta chocante es que a día de hoy ni gijoneses ni visitantes tengan un lugar en el que poder conocer la historia de la configuración urbana de Gijón y de sus hitos arquitectónicos y, como bien sabemos, no se puede apreciar lo que se desconoce. Una asignatura pendiente que no sabemos aún cuanto tardaremos en aprobar.

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