El pasado martes por la mañana, mientras preparaba un juicio en el bufete de abogados de Madrid en el que ejerzo, recibí un mensaje de Whatsapp de un buen amigo: "Murió Liñero", me espetaba.

José Manuel para unos, Liñero para otros, " el Comandante" para mí y para otros tantos que disfrutamos de su amistad y compañía haciendo deporte tantas y tantas veces en el Centro de Alto Rendimiento del RCAR, como él lo llamaba. Sin embargo, sepa este sufrido lector que ese simpático e ingenioso apelativo hacía referencia al gimnasio del Club de Regatas, al que "Liñero" iba a ejercitarse cada mediodía, a eso de las 14 o 14.30. Según le diera. Recuerdo perfectamente cuando le conocí por casualidad, fue en el verano de 2007, y yo por aquel entonces ni siquiera era mayor de edad. Tenía 17 años y aprovechaba mis veranos para entrenarme a tope durante mis vacaciones. Quería sacar "algo de músculo", y un día, levantando unas mancuernas, me recriminó una mala postura. Sí, así lo recuerdo. Luego me enseñó varios ejercicios y al día siguiente, tras insistencia mía, acabó haciéndome un planning de ejercicios en una servilleta: ¡sí, en una servilleta! Él tendría 72 años de aquélla, calculo: ¡quién lo iba a decir!

Pasaron veranos y veranos haciendo deporte a su lado, escuchándole mil peripecias, bromas y, sobre todo, muchos consejos. He aprendido muchísimo de él. Le quería, pero, principalmente, le respetaba y le admiraba. Estoy seguro de la influencia y ascendencia que él ha tenido en la personalidad que me he ido forjando estos años. Me dio una formación integral: me inculcó el deporte, la disciplina, la tenacidad en los estudios y la importancia de entregarse a cada causa.

Por motivos de residencia, no he podido acudir a darle su último adiós. Fue todo muy precipitado y repentino; muy inesperado para mí. Ahora me vienen a la cabeza muchas conversaciones, confidencias, muchos paseos volviendo a casa de entrenar "por el muro".

He aprendido mucho de ti, Jefe. Ahora nos toca seguir a nosotros. A ti te toca descansar, que ya bastante has dado aquí. No dejes de empujarnos.

Muchas gracias por tanto.