La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La ventana

Un horrible buen tiempo

Podemos llegar a ser tan imbéciles de mostrarnos alegres ante una anomalía tan extrema, como es hecho de encontrarnos a 25 grados en pleno mes de diciembre, sin que hasta la fecha se haya atisbado el menor síntoma del invierno.

Somos tan imbéciles que seguimos sin tomarnos en serio el cambio climático. Sigue habiendo una opinión muy generalizada que coincide con lo expresado por el primo de Rajoy, un supuesto científico que aconsejaba al Presidente diciendo que no debía tomarse muy en serio los cambios del clima. Cuando la opinión más extendida sea otra y pensemos que el cambio climático y el calentamiento del planeta no es una amenaza ni una broma, sino una realidad presente, cuando así pensemos, será demasiado tarde.

Hace pocos días en París, siempre se recurre a París, una cumbre mundial llega a un acuerdo, que seguro no cumplirán, de tomar medidas para que la temperatura terráquea no suba más de 2 grados. No es necesario ser un lince, ni ver el devenir con pesimismo para suponer que con 2 grados más sobre el planeta, sucesos como los vividos estos días en el occidente de la región serán cada vez más frecuentes y cada vez más devastadores.

Al valorar lo acaecidos estos días, hay una conclusión a lo que no es difícil llegar. Juntemos en un cóctel altas temperaturas, la fuerza del viento, ausencia de lluvias y algún cerebro lleno de serrín, y las consecuencias son la desolación y la catástrofe. Toda esta fatal sucesión de incendios tienen lugar sobre un territorio cada vez más abandonado, donde la vegetación crece a su antojo produciendo una abundante maleza de enorme facilidad a la combustión.

Acabamos de vivir unas elecciones y de sufrir una campaña, si hacemos el ejercicio de repasar los programas de los distintos partidos en materia de medio ambiente, veremos poca atención y lo más son palabras huecas. Asturias necesita desde hace ya muchos años una política forestal, que sea seria, que implique a toda la sociedad y que prevalezca sobre intereses económicos. No se le espera.

Y llegará el 31, y todos tiraremos la casa por la ventana y pediremos que esa noche los termómetros no bajen demasiado y sobre todo que no llueva, aunque lo más acorde con la época serían temperaturas gélidas y copiosas lluvias, o acaso nieves.

Compartir el artículo

stats