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La ventana

Delincuencia común

En el pueblo no salen del asombro y del estupor. En una de sus casas habían celebrado, como todos los años, el sanmartín y mientras los chorizos eran tratados con el adecuado humo para coger el tono ideal, una mano ajena sustrajo una porción considerable de tan codiciado manjar. Reacciones a tan singular suceso las hay de todo tipo. Hay quien apostaría por castigar con firmeza tal acción y hay quien optaría por la absolución pues se presupone que se hizo por pura necesidad.

Apropiarse de lo ajeno es siempre un acto repudiable y merecedor de pena, y siempre las leyes lo contemplaron así. Pero no todos los casos son iguales. Todos conocemos las aventuras de Curro Jiménez, y a la mayoría de nosotros nos caen simpáticos personajes de esa catadura, y de seguro que le declararíamos inocente en caso de tener que juzgarle. Hasta el refranero distingue a unos malhechores de otros y por ello: "Quien roba a un ladrón tendrá cien años de perdón".

Consideración bien distinta es la que se tiene hacia aquellos de guante y cuello blanco, a los que desde sus puestos corrompen las instituciones, a los que se dejan corromper por un dinero sucio, a los que deberían estar vigilantes y miran a otro lado, a los que amasan fortunas sustraídas del sudor de las clases más humildes de la sociedad. Para todos esos, que no son pocos, rigor en el castigo y sobre todo que devuelvan todo lo robado sumado a unos proporcionados intereses.

Además del caso de los chorizos, en toda la comarca se están prodigando en demasía los robos en los domicilios. Existe una preocupación creciente, y hasta miedo, a que en algún momento las consecuencias puedan derivarse a muy graves. Sólo con pensar en el susto que se pueden llevar dos personas mayores que viven solas, al descubrir que han entrado en su domicilio, es suficiente para sentirse alarmados.

Los cuerpos de seguridad han demostrado su eficacia y seguro que pronto darán con algún culpable. Sin embargo no podemos olvidar que casi siempre es preferible prevenir que curar. Algo estamos haciendo mal como colectividad. Y como efecto colateral, que bien le vienen estos delictivos casos a quienes propugnan la vídeo vigilancia. Ahora se instalan en las calles y pronto serán demandados para caminos y hasta para las cuadras.

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