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Todos somos Cornellana

Un modificado de obra con nocturnidad y total secretismo

Desde hace unas semanas todos los salenses somos Cornellana. Cuando ya están construidas las zapatas del puente sobre el Nonaya para el enlace de la nueva autovía con la vieja carretera general, sustituyendo un acceso directo por una glorieta, ni tan siquiera el Ayuntamiento había sido informado de ese modificado que, según los expertos, se hace para que Fomento salga del paso ahorrando unos miles de euros.

Y por una vez -esperemos que sirva de precedente- los tres grupos políticos representados en la corporación municipal salense han aprobado por unanimidad una moción de rechazo a ese modificado vial en Cornellana, mientras que se recogen cientos de firmas en todo el concejo y el pueblo soberano, con Alcalde y concejales al frente, y se manifiesta exigiendo, con toda la contundencia que supone el vecindario unido, que se construya la rotonda o glorieta proyectada en principio, que esa sí había sido notificada al Ayuntamiento en la fase previa de las expropiaciones de los terrenos en ambas márgenes del río Nonaya.

El concejo de Salas lleva años soportando la marginación y la tomadura de pelo por parte del Ministerio de Fomento. Concretamente, desde que Pepiño Blanco inauguró el desvío de Villazón, fue invitado a sidra casera a pie de obra, se fue en el avión de la tarde y al día siguiente, nada más llegar a su despacho, firmó la paralización de las obras de la segunda calzada de La Espina. Seguramente que la sidra estaba agria.

Pero a quienes sustituyeron a don Blanco poco les hay que agradecer porque de Cornellana a Salas no se ha movido ni un carretillo de material y de la segunda vía a La Espina no consta que se vaya a hacer nada por ahora.

Hay que conformarse con el tramo Doriga-Cornellana, que ya nadie confía en que se inaugure en el plazo anunciado porque aquí estamos muy "escabardíos" con las promesas hechas en jornadas de preinauguración, y ya hubo una en todo lo alto del nuevo viaducto sobre el Narcea.

El problema, aquí y ahora, es evitar que haya un enlace directo en vez de la rotonda o glorieta proyectada inicialmente porque, si sigue adelante ese modificado de la nocturnidad y alevosía, la resultante serán unos altos índices de inseguridad vial, ya que, si los vehículos que llegan por el viaducto en dirección a Salas tienen preferencia, la calle principal de Cornellana se convertirá en el gran atasco de la puerta del Occidente.

El problema que siguen teniendo los ministros, también en democracia, es que viajan en coche oficial y se les va abriendo paso como viajeros privilegiados que son. Y llego a esta conclusión mientras circulo hacia La Espina detrás de un gran camión cargado con fardos de paja castellana y al que no podré salvar cuando menos hasta llegar a El Cándano. Por esto y mucho más ahora todos somos Cornellana. Y el tiempo que haga falta porque esto, me temo, no ha hecho más que comenzar.

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