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La ventana

Aquella televisión

Añoranza de la cadena local del Occidente ante el bombardeo de canales y programas faltos de interés

Al salir del hospital caigo en la cuenta de no hemos hablado ni de la enfermedad, ni de la recuperación, ni de las carencias sanitarias, ni de la comida dispensada. Hemos hablado de la televisión. Juntos hemos recordado aquella televisión local que lanzó Avelino López. Vengo de visitar a un amigo, que felizmente se recupera de un trance un tanto grave.

A mi amigo le ocurre como a mí, no somos demasiado adictos a la televisión, pero dado que este aparato es ya parte esencial e indispensable de todos los hogares de este país, algún que otro rato pasamos absortos ante lo que nos proyectan por la pantalla de ese artefacto que ocupa el lugar preferente de la sala de estar.

Estar ingresado en un centro sanitario supone un montón de horas que hay que pasar, y la televisión es de los pocos recursos de entretenimiento que existen. Mi amigo, estos días, visitó canales que no suele ver, vio programas que solo conocía de oídas. Estaba especialmente indignado con los informativos, porque presentan las noticias de forma sesgada atendiendo a intereses particulares. Las opiniones que se vierten no son imparciales y hay una carencia palpable de pluralidad. Inevitablemente hemos rememorado aquellos tiempos de Balbín y de Eduardo Sotillos.

Muy dolido se mostró por la cantidad de programas que, no siendo infantiles, utilizan a los niños como adultos en pequeño y los exhiben como reclamo de audiencia, que es su único objetivo. Inevitablemente hemos rememorado aquellos tiempos de Gloria Fuertes y de otros magníficos programas infantiles.

En pocos minutos me resumió las películas vistas parcialmente en los últimos días. En una, un asesino en serie regresa a su ciudad natal. En otra un grupo del FBI se enfrenta a una banda criminal. En la siguiente una joven de belleza salvaje despierta el deseo de todos los hombres. Otra narra el violento y radical cambio que sufre el protagonista tras sufrir un atentado. Y así sucesivamente. Hay la clara conclusión de que solo se salvan los espacios publicitarios.

Inevitablemente, hemos rememorado aquellos tiempos en los que, al caer el día en una mayoría de hogares del Occidente se sintonizaba con Avelino para conocer las noticias locales y oír a protagonistas que eran nuestros vecinos. También teníamos la ORT. Hoy disponemos de un gran número de canales pero no tenemos elección.

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