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Meditaciones desde Paraxes

Celsa Díaz

Gato encerrado

No acabo de creer que sea sincera la novedosa preocupación por el incierto destino del mundo rural. Si con su progresiva decadencia y previsible desaparición todos, absolutamente todos, saliéramos perdiendo, sería de tontos muy tontos tomar medidas que perjudicasen su ya comatoso estado. Es pues fácil deducir que hay quien se beneficia de esta ruina (y dejo a criterio de cada cual elegir entre las variadas opciones). Pero resulta sumamente triste que sea la Consejería de Educación, por boca de su máximo representante, Genaro Alonso, la encargada de agravar cada cierto tiempo la calamitosa situación escudándose en criterios economicistas -no me haga reír-. Bien saben los que deciden sobre estos asuntos que el cierre de escuelas, con el consiguiente perjuicio para las familias, es factor clave en el abandono del territorio. Así que por disimulo o, acaso, por un pequeño prurito de dignidad, no entren tan descaradamente en ese juego.

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