Creo que no hay persona en toda España con la no hayamos debatido sobre Cataluña y el "procés", y es aquí donde uno se da cuenta de dos cosas: de lo cerriles que somos y de que en política y en el fútbol no nos cambia ni Dios de parecer. Todos los años mi madre, antes de Nochebuena, nos pide, con buen criterio, que por favor no hablemos de política, por la buena marcha de la cena, pero siempre hay alguien que se salta la norma. Muchas veces yo, a veces incluso ella. Discutimos por discutir, nos enzarzamos y sacamos datos a relucir pero nada nos vale. No nos mueve nada de nuestro sitio y en el fondo solo los votos es lo que vale, la democracia, que tampoco es un sistema perfecto pero sí el más justo de los que conozco. Por eso en Nochebuena a mí tampoco me gustaría acabar a palos, o a golpes con la pandereta, que en esto de la política se nos va la cosa como con el fútbol. Así que haya paz y a ver si acabamos votando, que no sé otra manera de acabar en paz.
