El "caso Feve" es buen ejemplo de aquellos tiempos en los que España era jauja. El negocio parecía redondo para todos. Feve tenía un terreno muerto de risa. El Ayuntamiento lo valora en 600.000 euros y se lo cambia por un futuro local comercial a construir en esa misma parcela. El Ayuntamiento organiza un concurso al que acuden empresas de todo pelaje y vende la parcela por 440.000 euros a una de ellas, que se compromete a construir un edificio con 52 viviendas de protección autonómica. Gracias a tropecientos créditos de los bancos, que entonces sólo sabían decir "sí", la parcela se compra, el edificio se construye y las viviendas se venden. Mientras tanto se registran sucesivas compraventas por parte de empresas, la mayoría de ellas insolventes y hoy en paradero desconocido. El resultado final es que Llanes aún debe aquel local a Adif y ahora tiene que comprarlo por 226.500 euros (y gracias). ¿Quién paga? El día 20, elecciones.
