La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Con sabor a guindas

De Oriente a Occidente sólo hay un paso

La belleza del paisaje entre Ribadesella y Navia

Hago el camino de las Villas Marineras que el Cantábrico baña en sus 300 kilómetros de costa, con sus 260 playas, puertos, ríos, acantilados, que en sus veinte concejos están situadas entre Ribadedeva y Castropol, con parada en Navia.

Nos lleva a la Villa de Campoamor la amable invitación de Francisco Rodríguez y familia, a esa entrañable cita anual, con motivo del concierto en honor del recordado Horacio Icasto que en varias ocasiones acompañó a la magnífica voz de Juan Coloma, promotor de este festival y que en ese día 8 nos deleitó con dos canciones, bajo las delicias musicales del Cuarteto de Richard Galliano, mundial acordeonista.

La cita era obligada y gustosa. Salgo de Ribadesella a hora temprana. Un sol, ya madrugador, acariciaba las aguas de su bahía. Cruzo el puente sobre el Sella y aún se oían los ecos recientes del batir de remos y cánticos de seguidores y piragüistas de su Descenso Internacional.

Sigo mi ruta cara al mar. Me reciben las Caravias y Colunga con el Sueve al fondo. Entro en ese nacimiento que se llama Lastres para dar vista a Villaviciosa con su historia del Císter en su monasterio de Valdediós. A un lado Tazones, que no olvida el arribo a su puerto del Emperador Carlos.

Desde el Infanzón me saluda Gijón, con su Universidad Laboral, El Molinón y su playa de San Lorenzo. Dejando la desembocadura del río Aboño llegamos al concejo de Carreño, Candás, Luanco y el cabo de Peñas en un abrazo a Gijón y Gozón.

Divisamos Avilés con su centro Niemeyer. A un paso salinas y el aeropuerto. Tras la playa compartida de Bayas, me salen al paso los bonitos pueblos del Bajo Nalón. A escasa distancia Cudillero de cuerpo y alma marineros. Paso el curso fluvial del río Ricabo pisamos el concejo de Valdés con su capital Luarca.

La frontera del río Ribayo nos hace entrar en Navia. Antes nos desviamos a Anleo para visitar la factoría de Reny Picot con su palacio que fue casa solariega de los marqueses de Santa Cruz de Maldonado, donde pernoctó, camino de Santiago, el bueno de San Francisco de Asís.

Al fin Navia. Esa villa gobernada con acierto que bajo el estuario de su ría se hace próspera ante el desarrollo de su economía. Hacemos parada y fonda para acudir al citado festival. Tiene lugar en la nave del puerto, debidamente acondicionada. Las iniciales palabras del incansable Justo, de la Asociación Cultural Amigos del Concierto que mostró su agradecimiento al Ayuntamiento, empresas y comercio.

Juan Coloma presentó con afecto y cariño al catedrático Jesús Menéndez, que como gran experto, en una detallada referencia, las meritorias cualidades artísticas de Galliano, Catherine y resto del cuarto fueron comentadas con la emoción de sus merecimientos.

El lleno era total con un público que siguió respetuoso y entusiasmado el acto en las dos horas de su duración. La destreza del acordeonista y virtuoso compositor, con su más de cincuenta discos, Richard Galliano, se encargó de mantener la pureza del alma de su surtido repertorio, como verdadero maestro, para expresar, en todos los sentidos musicales, desde lo clásico al jazz sin olvidarse del tango. Extraordinarios acompañantes, el guitarrista Philip Catherine, importante figura europea, Hans Van a la batería y Aers al contrabajo, diríamos todo un conjunto de auténticos artistas.

Después fuimos al encuentro de nuestro anfitrión y en una cena de confraternidad vivimos una deliciosa velada, en una noche plácida y de agradable temperatura, bajo la caricia de la mar cercana, donde un año más, recuerdos y sentimientos se unieron entre viejas y queridas amistades.

En definitiva, un gran día.

Compartir el artículo

stats