Camilo José Cela iba de provocador. Al menos en los últimos decenios de su vida estaba preso del personaje que había creado para llamar la atención y darse publicidad. De ahí, tal vez, su desafortunada frase sobre la Santina; que opinara que asturianos, leoneses y portugueses eran parientes de las gallinas; que afirmara en un programa de televisión en directo que era capaz de absorber de un solo golpe un litro y medio de agua por el ano; e incluso, seguramente, sus exabruptos y sus barbaridades machistas y homófobas (o tal vez no, y era realmente un machista homófobo redomado). Todo lo cual no es óbice para reconocer que fue un gran escritor (a veces). El Ayuntamiento de Cangas de Onís lo declaró "persona non grata" hace 35 años y los actuales dirigentes municipales no tienen "ni la más mínima intención" de cambiar esa situación. Pues vale. A Cela, fallecido hace 15 años, le daría igual. O quizá no, porque así se vuelve a hablar de él.
