Si este fuera un país normal se propiciarían debates para analizar el pasado y el presente y prepararse para el futuro. Por ejemplo, el sector turístico de la comarca vive un momento dulce. Tras una crisis durísima, provocada por los delirios de la ganancia inmediata con aquel becerro de oro que fue el ladrillo, el número de visitantes no solo se ha recuperado sino que bate récords. Y sin embargo, las entradas al parque nacional por la carretera de los Lagos han caído un 11 por ciento. Tal vez haya sido el mal tiempo registrado en el verano. O tal vez no. Habría que estudiarlo, analizarlo y organizarse para lo que venga. Por otro lado, aumentan -mucho- las visitas en temporada baja. También habría que examinarlo y, si es posible, propiciar que el fenómeno continúe. Pero tal parece que aquí no hacen falta planes de futuro, que se van sorteando las dificultades que surgen con ocurrencias. De ahí muchos fracasos.
