Comentaba a menudo un empresario riosellano, ya fallecido, la "mala suerte" que había tenido la cueva de Tito Bustillo, el Pozu'l Ramu, de haber "caído" en Asturias. Y añadía con mezcla de ironía y desesperanza que el yacimiento estuviera en Cataluña o en Francia sería, sin duda, "la millor cova del mon" o "la meilleure grotte du monde", según el caso. Tito Bustillo es, junto a Altamira y Lascaux, uno de los templos mundiales del arte paleolítico. Altamira fue la primera, acabó con el creacionismo, y por ello es irrepetible. Lascaux alberga unas pinturas deslumbrantes, y por ello es única. Pero Tito Bustillo es, quizá, el yacimiento más completo de los tres, y por ello es incomparable. Pero da la impresión de que nunca se le ha hecho el caso que merece. Ni desde Ribadesella, ni desde el Principado. El cincuentenario de su descubrimiento es un momento perfecto para cambiar esa dinámica.
