Pues será verdad que los meteorólogos cumplen con su labor de forma honesta... pero se equivocan demasiado. Y casi siempre en el mismo sentido. Las predicciones para la Semana Santa en Asturias fueron terroríficas: nieve, viento, granizo, lluvia... Y provocaron cientos de cancelaciones. Pero resulta que la mayor parte del tiempo hizo bueno. O no hizo malo, que se le parece mucho. Algo falla. Si, como admiten los meteorólogos, a partir del cuarto día la predicción del tiempo se vuelve "probabilística", dejen de jugar a los dados. O den probabilidades: cincuenta por ciento de que llueva, otro tanto de que se deje ver el Sol. Pero lo de ahora es nefasto por el enorme daño que provoca. Ejemplo: si un día hay probabilidad de llueva una hora, paraguas en el mapa. ¡Pero, oiga usted, si durante las otras veintitrés lucen el Sol y la Luna, lunera cascabelera! Algo hay que hacer. Pero ya.