El 26 de agosto subo a urgencias tras una caída en mi domicilio. La tarjeta con la pegatina amarilla que me dan pone 18.37, me advierten de que tengo para tres horas como mínimo; de allí salgo a las 00.40, con un diagnóstico de fractura desplazada de peroné.

En realidad, fueron seis horas, de las cuales sólo recibí verdadera atención las dos últimas.

A las 20.30, y tras solicitarlo mi acompañante tres veces, me ponen Nolotil, pues el dolor y la hinchazón del tobillo no habían hecho más que ir en aumento. Otra cosa que también ocurre es que gente que llega después y con pegatina verde pero con contactos pasa ¡antes que yo!; cuando mi acompañante se lo hace notar a la enfermera, ésta dice que a veces se les acaban las pegatinas y ponen cualquiera. Todo muy profesional.

La espera continúa entre dolores. A las 22.30 me hacen una radiografía y una hora después, ¡por fin!, me ve un traumatólogo, al que se le ocurre preguntar el tiempo que tardé en ir hasta el Hospital. "10 minutos, el resto lo llevo en urgencias", contesto, y él no vuelve a hablar.

Una vez alineado el hueso y enyesada, aún debo esperar otra hora más a la radiografía de control. ¡No quiero pensar qué hubiera pasado si la alineación no llega a ser correcta!

Salgo de urgencias tras casi seis horas, cuando en urgencias de otras áreas para la misma dolencia no hay más de dos horas de espera. Creo que las reivindicaciones laborales del personal del HUCA y del de urgencias en particular deberían gestionarse a través de otros cauces y no por medio del sufrimiento de los pacientes que allí acudimos, pues como profesionales que son deben saber que tenemos terminaciones nerviosas que en esos casos causan dolor y no placer, y no pueden tratarnos como a un vehículo que va a pasar la ITV sin cita. "No quiero pensar si hubiera estado mal...".

El 29 de agosto, tras dos días inmovilizada en cama, no aguanto el dolor y mi médica de cabecera me insta a volver a urgencias. Cómo no, le hago caso y llego allí a las 16.13 con tarjeta verde. Tras siete horas muerta de dolores, mi acompañante pregunta que si aún me queda mucho tiempo de espera y el individuo interpelado contesta jocosamente: "Sí, muuuchooo". Indignante. Decido irme a casa y esperar inmovilizada otros dos días a que llegue el lunes y poder consultar a un traumatólogo del centro de salud, tomando cualquier cosa para mitigar el dolor entre tanto.