El segundo fin de semana de San Mateo siempre pasa lo mismo. Desde el jueves hay quien empieza a decir que las fiestas son demasiado largas, que 11 días son una barbaridad, que con una semana era suficiente, que no hay cuerpo ni cartera que lo aguante. Lo cierto es que viendo el ambiente de este año igual lo más acertado era reducir el número de días de fiesta quitando un fin de semana y dejándolo en una suerte de semana grande de ocho días. Lo dice todo el mundo pero es imposible. A ver quien es el listo que les dice a los responsables de los chiringuitos que les quitan un viernes y un sábado de recaudación. Bueno, no habría que decírselo porque son los mismos. Es una utopía, pero ahora que parece que las utopías llegan a las administraciones renacidas en agrupaciones de electores, que no partidos políticos, líbreme Dios, igual es hora de plantear que el tamaño también importa.
