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Abogado

A propósito del HUCA y sus problemas

Las consecuencias de querer dar una imagen falsa de grandonismo

Vaya por delante mi absoluto respeto y admiración a los profesionales del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), entre los cuales -como en todo colectivo- los habrá de mayor y menor valía, lógico y natural. Sí parece evidente que el centro sufre escasez de personal, especialmente en determinadas áreas, como urgencias -cualquier ciudadano que haya acudido a ella puede dar fe de las numerosas horas de espera y la saturación existente-, donde igualmente se observa que todo el personal realiza todo el trabajo que puede bajo condiciones difíciles por el ambiente que se crea (críticas de pacientes, estrés, excesiva carga de trabajo...).

Pero la intención de este artículo es, quizá, otro más esencial. A saber: diariamente leemos en este periódico noticias negativas respecto al funcionamiento del mentado hospital. En mi modesta opinión, ello obedece a una concreta causa que, con un poco de observación, se deduce fácilmente. Hemos de empezar por la fase esencial y fundamental de la planificación del HUCA. Teniendo todo el tiempo del mundo para ello, ya se comenzó "la casa por el tejado" desde el punto y hora en que existen menos camas para los pacientes de las existentes hasta entonces, cuando la tendencia demográfica es que la población sea cada vez de más edad, con lo que ello supone.

Basta con darse un paseo por el interior del hospital para percatarse de la inmensidad de espacio inutilizado: atrios vacíos, enormes zonas sin función alguna y hasta una suerte de galería comercial. En mi criterio, ello obedece al propósito de dar una falsa imagen de gran edificio, de moderno hospital y, de paso, que el que vaya de visita quede impresionado por las realmente falsas dimensiones del citado hospital. Basta pensar en la gran longitud del edificio principal. Sólo existe un único pasillo en el cual todas las habitaciones para pacientes se sitúan del lado que proporciona, eso sí, magníficas vistas del Aramo y pasaje colindante... Pero, ¿por qué no haber pensado en utilizar -al margen de los controles de enfermería, etcétera- toda la fachada y espacio del otro lado de este pasillo y edificio para albergar igualmente habitaciones para pacientes? Lo cierto es que, para cualquier persona con un mínimo de sentido común, sin ningún conocimiento de arquitectura -como es mi caso- y teniendo en cuenta la ya señalada tendencia demográfica, sería lo razonable. Todo ello, sin perder de vista los enormes sobrecostes que todos tuvimos que pagar. Pero en este país parece que cuando se habla de asuntos de millones de euros, los poderes públicos a quienes corresponde "pedir cuentas" miran para otro lado.

Por todo ello, y sin perjuicio de que el funcionamiento general tienda a mejorar con la experiencia, me atrevo a aventurar que, a no mucho tardar, los gobernantes habrán de plantearse la ampliación y racionalización del espacio ya disponible, simplemente porque de lo contrario no cumplirá con su función, con lo que ello supondrá de nuevos sobrecostes y duplicaciones de gastos. El tiempo lo dirá.

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