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Las circunstancias que rodean a los Premios

Contra la protesta convocada en la plaza de La Escandalera

La desafortunada iniciativa del denominado "itinerario turístico cultural del 34", se entiende mal al haber causado aquel triste episodio 1.400 muertos, 3.000 heridos, y hechos tan lamentables como el asalto al Banco de España, la voladura de la Cámara Santa, las quemas de la Universidad, de la Audiencia, del teatro Campoamor y de multitud de edificios de Oviedo. Tales hechos, difícilmente pueden ser considerados como de interés turístico y cultural... Pero vamos adelante:

Propiciar o facilitar la confluencia de la entrega de los premios "Princesa de Asturias", y la autocalificada -por sus organizadores- como "marcha de la dignidad", en los próximos días 22 y 23 de octubre, es un error de consecuencias imprevisibles. Nadie invita a unos amigos a una fiesta y, simultáneamente, a sus contrarios a protestarla. No hay protocolo que aguante ese disparate... ¿O acaso los premiados y sus jurados no son dignos?

La denominada "marcha de la dignidad" es improcedente en una capital que goza de los bien ganados títulos de: "muy noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena" ciudad de Oviedo, como pregona su escudo.

Hay que preguntarse también, ¿qué sentido tiene la carpa de la "mocedá revolucionaria", ya instalada frente al teatro Campoamor, que seguirá allí hasta el día de la entrega de los Premios? Bueno sería aclararlo previamente.

Las noticias de prensa acreditan que la mayoría de los asturianos creemos que los premios "Princesa de Asturias" sí son un acontecimiento de interés cultural y turístico internacional, eminentemente positivo para el prestigio de la ciudad de Oviedo, la economía del Principado de Asturias y el Reino de España. Congregarán aquí entre 800 y 1.000 profesionales de los medios de comunicación social de todo el mundo, y relevantes personalidades del planeta. ¿"That is de question"? ¿C'est la chance? ¿Qué implica esto? Indudablemente, una oportunidad de proyección fantástica que quieren aprovechar los que aborrecen a España.

Estos hechos son delicados, porque las disonancias actuales en Cataluña, el desafortunado recuerdo del 34 en Oviedo; la recalcitrante aversión de algunos a la monarquía -que al parecer puede llegar a los Reyes Magos- se concentran aquí y ahora, cuando tras las próximas elecciones generales del 20 de diciembre, con la obvia fragmentación de las fuerzas políticas, se quebrará la posibilidad de alcanzar la mayoría absoluta a todo partido de cualquier signo, con el consiguiente incremento de confusión e inoperancia de las labores del nuevo Gobierno. Insisto en la fragilidad del momento.

En cualquier circunstancia, la seguridad y el orden público, como derechos supremos, deben ser plenamente garantizados para bien de todos.

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