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La mar de Oviedo

Gedrez

En más de una ocasión vi "A Gedrez 2 Km", al pasar por Rengos hacia Degaña, y esta vez fui a tomar un vino al Grabelón, y otro al Funsiquín, atendido por Natalia, la dueña, y una topógrafa, Elvira, que se busca la vida entre las curvas de nivel del Rañadoiro y el Jalón. Además de fabes con setas, ante la panorámica del Parque Natural Reserva del Narcea, el Funsiquín canjea libros; al azar, cambié uno mío por un "Benito Cereno", de aquellos de RTV que en 1969 compraba en el Escorialín, hasta que me harté hacia el número cincuenta y pico. Aparqué en Gedrez, al lado de la iglesia de Santa María, el capitán Benito, el de la novela de Melville, atracó su navío en el puerto chileno de Santa María, y así empezó nuestro episodio. Suele decirse que la literatura escoge y la vida no; pero esta vez la literatura sirvió la casualidad, y yo elegí Gedrez, que supera la ficción, aunque no comí oso, ni el oso a mí.

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