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Más Navidad que solsticio de invierno

Deseo expresar mi agradecimiento a quienes tuvieron la idea, la ilusión y la determinación de fundar hace 26 años una asociación cultural y religiosa como ésta, y es mi deseo, haciéndolo extensivo a todos los presidentes, directivos y socios, mencionar y recordar a una persona, don José María Marcilla, a quien conocí por razones profesionales y a quien admiré profundamente.

Hablaré de belenes y haré énfasis en el aspecto religioso, actualmente menos preciado y bajo el intento de ser sustituido por la "fiesta del solsticio de invierno".

¿Por qué me eligieron para dar el pregón? Quizás conocían que a mí y a mi familia nos gusta la Navidad más que el "solsticio de invierno". Que saludamos con un Feliz Navidad o Merry Christmas y no simplemente con Felices Fiestas, ya que las consideramos incluidas en la Navidad.

Es verdad que en mi casa hay por tradición belén o, mejor dicho, belenes pequeñitos, pero también, y ¿por qué no?, árbol de Navidad, no abeto del solsticio de invierno, y, desde luego, llega Santa Claus, ¡pero también los Reyes Magos! (...)

Lo que les voy a contar es un pregón atípico y, desde ya, les ruego sean benevolentes con mis palabras. Les aseguro que están dictadas por el impacto que la Navidad y el belén han tenido en mí, por los recuerdos y sentimientos que me han dado los belenes de los que pude disfrutar en mi casa y los que visité con mis padres, luego mis hijas y ahora espero con mis nietos.

Volviendo a la responsabilidad de "quedar bien" y dejar claros mis sentimientos de paz y amor en el pregón de una asociación que ya ha celebrado 25 años de existencia, que ha organizado este año el Congreso Nacional de Belenistas 2015 con gran éxito, que son expertos en todo lo concerniente a la Navidad, me manifiesto totalmente identificado con la frase referida por don Juan Antonio Martínez Camino en el pregón del año 2010, "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres, y mujeres, que ama el Señor" (Lc 2,14), refiriéndose a la paz y también con el amor. ¿Cómo si no se explica que durante la Primera Guerra Mundial, y solamente durante 24-48 horas, se parasen el fuego de las armas el día de Navidad? Es lamentable que 100 años más tarde sigamos con conflictos bélicos de todo orden, y el espíritu vigente desde hace 2015 años, que comenzó en el pueblecito de Belén, con una familia, -y este dato se me antoja muy importante- padre, madre e hijo quien, con su nacimiento, vida y muerte, 33 años después, ha venido para salvar al mundo.

¿Puede esta historia sentirse cuando se está delante de un nacimiento, cualquiera que sea su tamaño y ornamentación? Sí rotundamente. Y estoy seguro que se disfruta mucho más si se ha ayudado a diseñarlo y construirlo. Pero ¿cuál es el origen de los belenes? Desde la descripción que el Evangelio hace, explícita pero muy sobria, del nacimiento de Jesús: "Mientras ellos estaban allí, se le cumplieron (a María) los días del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento". De esta descripción sencilla se pasó a añadir paisajes, imágenes costumbristas, figuras de los tres Reyes Magos, por cierto, esto último desde que en el siglo V un decreto papal, citado en una homilía de San León Magno, fijó ese número, ya que anteriormente variaba entre 2 y 12.

Tengo para mí una Natividad hecha en una corteza de árbol en Kenia de acuerdo con sus tradiciones, de extrema sencillez, tan conmovedora como el nacimiento de Monzón en Huesca, con más de 10.000 figuras, los napolitanos del Palacio Real de Madrid, los Salcillos de Murcia, etcétera.

¿Cómo eran los belenes que yo recuerdo? En casa traíamos las figuras desde el desván, figuras de barro pintado, río de papel de plata, musgo del Fontán, serrín, castillo de Herodes, Reyes Magos que "andaban" un poco cada día, las primeras luces eléctricas y que estaban hasta el día de Reyes, en que, sin verlo nosotros, desaparecían hasta el próximo año.

Fuera de casa, el de mi primer colegio de la Medalla Milagrosa, en las Hermanitas de los Pobres en la calle Pérez de la Sala, y más lejos y maravilloso a nuestros ojos el que visitábamos en Lastres con mis padres, primos y tíos, donde era enorme, se movía, tenía agua en el río que movía una noria, las figuras eran bellísimas, ¡se hacía de noche y amanecía! Data de 1940, se debe a la labor de la familia Victorero Lucio y está instalado en la iglesia de Santa María de Sádaba.

Belenes entrañables e inolvidables eran los que las enfermeras y auxiliares ponían en el servicio de neumología del HUCA y en el Instituto Nacional de Silicosis, con carbón, castillete de entrada al pozo, etcétera; también es tradición de años el belén de oncología pediátrica.

Estos últimos años fue obligada la visita al de la Asociación en la plaza de la Catedral, con sus figuras de tamaño natural y los dioramas que ahora he disfrutado en la plaza del Pescado. El último que he descubierto es el de la Comandancia de la Guardia Civil de Oviedo. En mi casa, y gracias a la labor de Susie, mi esposa, tenemos tres: pequeño tradicional, mexicano criollo y africano muy simple.

Para mí, el belén y la Navidad significan familia reunida, hogar, ternura, tradición y religiosidad. Pero también, solidaridad, respeto, pensar en los que no tienen la oportunidad de disfrutarlos y tener muy presentes a los ausentes.

Finalizo con el sincero deseo de que reinen alegría, amor, luz, solidaridad y Paz en todo a través del espíritu de la Navidad.

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