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Javier Morán

A Divinis

Javier Morán

La amenidad de la laicidad

El nuevo observatorio que prepara el tripartito ovetense

El tripartito de PSOE, Somos e IU está dialogando sobre la creación de un Observatorio Municipal de la Laicidad y deseamos fervientemente que lo hagan en un clima de paz y de reconciliación, pues, salvo sacar navajas, ya se han hecho y dicho de todo, y encarnizadamente. Ahora bien, nada une mejor a las izquierdas que dar pescozones al clericalato católico.

Sin embargo, notamos grandes lagunas en el programa que se propone para dicho Observatorio. Veamos algunas, comenzando por el principio de la existencia, ya que no dicen nada de crear en el Ayuntamiento de Oviedo un servicio de "bienvenida a la comunidad" para recién nacidos. Pero ¿qué comunidad? ¿La de vecinos, la autonómica? No hombre, no, la comunidad de los ovetenses, y en su representación la comunidad del tripartito, que es un remanso de fraternidad. A estas ceremonias de bienvenida también se las denomina "bautizo laico", y alguna que hemos conocido ha quedado muy bien, especialmente cuando un ordenanza del Ayuntamiento pinchaba la música de "El rey león" mientras el regidor leía un interminable texto de Saint Exupéry. Luego hablaremos de Compte en relación con esto.

Una segunda laguna que hallamos en el Observatorio es que no se aborde aquel aserto de Napoleón que decía: "Un cura me ahorra cien gendarmes". Esto puede tomarse en sentido literal, con lo que habría que incrementar la plantilla de la Policía municipal pues cada vez hay menos clero. Pero también puede traducirse la máxima napoleónica en que "Caritas me ahorra cincuenta asistentes sociales", o "las procesiones de Semana Santa me ahorran veinticinco promotores turísticos", o que "la Catedral y el Prerrománico me ahorran diez museos". ¿Cómo arreglar esto para que lo laicista imperere sobre lo creyente?

Otra tarea del programa laicista, y sobre todo en una ciudad de alto nivel levítico como Oviedo, debería ser la creación de un cuerpo de agentes de libre conciencia, una suerte de asesores en el espíritu laico. Ya se sabe, "coaching", psicoanálisis, conductismo, etcétera. Lo que se quiera, porque el objetivo es desbancar a confesores y demás directores espirituales. En una de éstas, el Observatorio tiene éxito y se le apunta algún numerario del Opus Dei o un seminarista huido.

Ahora bien, dicho todo esto hay que recordar aquellos sucesos padecidos por Don Augusto Comte cuando diseñó un conjunto de sacramentos laicos, o del Estado Positivo, para sustituir los ritos cristianos. En una ocasión casó a uno de sus discípulos y a las dos horas de ceremonia, incluido un larguísimo sermón del maestro, los invitados comenzaron a desesperarse.

Total, que se puede ser laicista, pero no plomo. Además, la anécdota de Comte viene a mostrar que bajo la capa de muchos laicistas habita un espíritu apostólico, predicador y pseudoclerical (estoy pensando en personas concretas). Y prueba de esto serían las actividades que se propone el Observatorio de marras, a saber,"campañas informativas" sobre la laicidad, "la tolerancia" o "la libertad de pensamiento o de conciencia".

Pero volvemos a insistir sobre la pesadez o la amenidad de las alternativas laicistas. Hay una anécdota atribuida al socialista ovetense Indalecio Prieto, que mantuvo buenas relaciones con la Masonería. Un día le invitaron a una tenida en una logia y tras un largo rato de ceremonia con sus mandilones, compases y cartabones, le preguntaron a don Inda qué le había parecido, y respondió: "Prefiero la misa". Por eso reivindicamos la amenidad de la laicidad.

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