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La mar de Oviedo

Martiño

Suelo peregrinar a Compostela para abrazar al Apóstol, adorar sus cenizas, o las de quien sea, y comulgar empanada de lamprea en su sangre (en la sangre de la lamprea). Allá se quejan algunos de su alcalde, Martiño Noriega, que será pregonero de San Mateo, ¡de San Mateo!, y en cambio rehúye entrar en la Catedral de su ciudad y se niega a pasar por la Puerta Santa en el Jubileo de la Misericordia. Es como si el alcalde de Inverness dejara de alimentar al monstruo del lago, el de Londres renunciara a entrar en los Jardines de Kensington, donde paseó Peter Pan, el de Toboso retirara las subvenciones para la casa de Dulcinea, el de Pravia no se postrara ante la Virgen del Valle, el de Oviedo huyera del palco del Carlos Tartiere o despreciara el palacio de Ramiro, en el Naranco. Se trata de pregonar el milagro de la vida, la fantasía de la primavera.

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