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Cronista oficial de Oviedo

¡Más fuego!

La historia de los incendios de Oviedo

Fuego en Roma, con Nerón de fogonero, fuego famoso en Londres, y, por ir a lo cercano, el famoso fuego de Oviedo en la Navidad de 1521 que barrió los barrios populares, hechos de madera e incluso se atrevió con las maderas que trepaban como andamios por la torre de la catedral, tan nueva entonces.

Famoso en Oviedo, en tiempos más cercanos fue el fuego de la fonda Manteola, en la calle Magdalena y el del teatro circo, en Quintana.

Ahora que somos todos tan modernos, desaparecidas las cocinas de Bilbao, tenemos la sensación de que los fuegos son de otro tiempo y que nuestra vida nada tiene que ver con la carbonilla que ya no entra por las ventanillas de los trenes.

Para llevar la contraria a esa idea, sin entrar en los fuegos cruentos de la calle de Uría, últimamente ha habido en la ciudad grandes y espectaculares incendios, de los que elevan hasta el cielo su columna de humo negro. El último, de momento, en la avenida de Pumarín, en barrio surgido donde estuvieron aquellas casinas de planta baja que se cobijaban en los alrededores del cuartel de la Guardia Civil. Tres fuegos grandes, quizá independientes, en los que las llamas voraces se nutrieron de los mil productos que se apilan en los bazares chinos, haciendo cenizas las vidas de imitar, imitar.

La patente de estos fuegos no es exclusiva de las cerillas orientales, y toda la ciudad con sus abigarrados suelos y subsuelos puede ser peligrosa.

Queda dicho.

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