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Crítica / Música

Colorista "Doña Francisquita"

Los secretos del éxito de la zarzuela en el Campoamor

La comedia lírica "Doña Francisquita" del catalán Amadeo Vives (1871-1932), que está inspirada en "La discreta enamorada" de Lope de Vega, se ha convertido en el gran emblema castizo del género -"una 'Verbena de la Paloma' en tres actos", en pretensión del propio compositor-, y significó para el autor de "Bohemios" un éxito absolutamente apoteósico, que cuenta por miles sus representaciones.

Cabe destacar como anécdota en su gestación musical, las pinceladas en la orquestación aportadas en el último momento por sus amigos Joaquín Turina, Conrado del Campo o Pablo Luna, debido a un accidente sufrido por Vives antes de la presentación final de la obra. Sea como fuere, su propia pluma orquestal es de una sutileza -ecléctica por la diversidad de fuentes en las que bebe- extraordinaria, que le confiere a esta ópera cómica un enorme relieve. El sonido de Oviedo Filarmonía, una vez más, es un lujo para obras como esta, y para la temporada de zarzuela en general.

En esta ocasión, el director -siempre muy preciso en cada una de las entradas de los cantantes-, optó por controlar el volumen de la formación para adecuarse en general al de las voces, aunque en algunas ocasiones se hubiera agradecido mayor lucimiento y presencia orquestal. José Bros, aunque sus agudos mantenidos con voz de pecho adolecen de un vibrato más amplio tal vez de lo deseable, fue el gran triunfador vocal de la noche. Como era de esperar, está siempre a la altura de los personajes vocales que interpreta y mantiene en todo momento la hermosa línea de canto a la que tiene acostumbrado al público pero, en esta representación especialmente, porque ha sido claramente el cantante que en cada intervención siempre ha ido orgánicamente con la orquesta, con la música. Esto fue muy notorio especialmente, porque con el resto no sucedió esto en la misma medida, y un milimétrico desajuste pareció imponerse a lo largo de toda la representación. La gestualidad de Bros cuando canta es prácticamente la misma que la que ofrece en un recital delante de un piano, pero esto es superfluo en comparación con la capacidad como cantante para fundirse y de fluir con el ritmo musical.

En menor medida le sucedió esto a una cantante experimentada como Sonia de Munck, que pudo perder por ello parte de la capacidad para seducir algo más musicalmente, más allá de exhibir claros agudos. Muy buena impresión causó Cristina Faus como Aurora, creo que por la redondez de su actuación, supo situar al personaje prácticamente a la altura de la mismísima "Doña Francisquita". Lástima que el tenor José Manuel Zapata que vocalmente conocimos, no sea aquí el mismo -físicamente también se percibe una evidente pérdida de peso que ¿quizás haya influido en la voz?-, porque la vis cómica -en la que sí cumple con creces-, no aguanta por sí sola un personaje cantante como Cardona. Bien Enrique Baquerizo, la ovetense Mariano Suárez, que es la que con más natural gracia asume teatralmente el personaje, el barítono José Manuel Díaz, y el también solvente coro. Una lástima que la dirección escénica resultara extrañamente estática, carente de recursos. En resumen, gran éxito de una función en la que sobresale, en primer lugar, la calidad e inspiración musical de la propia la obra, también la calidad global de su puesta en escena -en este caso estéticamente colorista y alegre-, y la calidad general de los cantantes, ballet, coro y orquesta.

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