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Crítica / Música

Cuestión de estilo

Un cambio de programa por causas de fuerza mayor y una reivindicación de la música de cámara

La indisposición vocal de la soprano Alicia Amo obligó a cambiar a última hora el programa del concierto, que prescindiendo del canto y compuesto por sonatas y tríos, pasó a ser instrumental de cámara, con obras y autores a un lado y otro del último Barroco, de hecho comenzaron con Luigi Boccherini (1747-1805), nacido dos años antes de la muerte de Bach con el que -es un convencionalismo- se termina el estilo que da nombre a este ciclo de conciertos. Una sonata de Francesco Corselli (1705-1778) y un trío nada barroco de un autor poco conocido como Gaspar Schmidt (también Smit y Smith) Comaposada (1767-1819) que trabajó principalmente en Astorga y Galicia como organista, maestro de capilla y compositor, completaron una especie de primera parte y, casi sin solución de continuidad, prosiguieron -en combinaciones varias, según las necesidades de las obras, de los dos violines, violonchelo, clave y archilaúd-, con otra sonata de Corselli, un brillante trío para dos violines y chelo de Gaetano Brunetti (1744-1798), para terminar con una adaptación del propio Mercero de dos movimientos de sonatas de Domenico Scarlatti (1665-1797).

Andoni Mercero lideró cada obra con un resultado brillante, en este programa escorado hacia el Clasicismo en la Primavera Barroca, con interpretaciones seguras, perfectamente calibradas en el equilibrio de los planos sonoros y la jerarquía de las voces, como se evidenció, por ejemplo, en el trío de Brunetti, mostrándose muy eficazmente el papel de comodín del segundo violín, bien acercándose como segunda voz al violín primero o bien haciendo una función más de transición al grave en su entendimiento melódico y tímbrico con el violonchelo. Buena afinación, gusto y entendimiento interpretativo entre los componentes de la formación que supo sobreponerse con éxito a la indisposición de la soprano solista.

Un concierto que, con este mismo esquema, encajaría perfectamente en la programación de cualquier sociedad filarmónica, donde la música de cámara parece que tiene su único reducto. Salvando todas las distancias, tengo que remontarme unos cuantos años atrás en un desplazamiento a León para escuchar al mítico Beaux Arts Trío como una de las mejores experiencias camerísticas que he podido disfrutar. Sencillamente, la música "clásica" de cámara de alto nivel no aparece en la programación de conciertos.

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