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Con vistas al Naranco

Las Regueras arqueológica

El casual redescubrimiento del concejo vecino a Oviedo

De un tiempo a esta parte llevo visitando en varias ocasiones Las Regueras. El motivo inmediato fue desentrañar las llamadas anónimas amenazantes que desde las cercanías de El Zapato me hizo una pariente próxima al admirable galeno Luis Estrada, q.e.p.d., que fue, por mi elección, pregonero mateín y, en tiempos de mi padre, también por propuesta de mi progenitor, presidente del Ateneo. Mi ingrata detractora, que pasa de Santullano a La Fresneda y a Castropol con la facilidad del hilo telefónico, concentra en mí los yerros urbanísticos de los suyos y aún la estricta aplicación del Derecho.

En el reverso de esa absurda violencia verbal, he redescubierto la arqueología del vecino concejo. Luis Martín tenía en el siempre sugerente escaparate de la librería Maribel, en Gil de Jaz, la memoria de las excavaciones de La Paloma (M. Hoyos Gómez, M. I. Martínez Navarrete, T. Chapa Brunet, P. Castaños, F. B. Sanchiz) prologada por Francisco Jordá Cerdá, del que era discípulo predilecto el también inolvidable Javier Fortea. Me caben los honores de haber conocido a Jordá y reeditado su "Guía del castro de Coaña" en el breve lapso de tiempo en que fui presidente de la efímera Fundación Pública de Cuevas y Yacimientos; también dimos a la estampa a dos de los suyos, entonces muy jóvenes, Miguel Ángel de Blas y Adolfo Rodríguez Asensio.

Por si fuera poco volver sobre la importancia de Las Regueras arqueológica, coincidí con un magnífico reportaje del suplemento "Oviedo&Centro" de LA NUEVA ESPAÑA en la que el hijo adoptivo del concejo, Celso Díaz Fernández, se extiende sobre la aparición del llamado "Mosaico de Andallón", hogaño en el Museo Arqueológico. También aparecen dos importantes fotos, una del autor con el inolvidable José Manuel González Fernández-Valles, "Piedrinas", al que bien recuerdo "profesando" en la tertulia "clarisa" de Casa Noriega, hoy dependencias judiciales en la plaza de la Catedral, y muy antes, en la ficciorrealidad, Casino de Vetusta y Pilares. Rosa Rodríguez Fernández, cronista oficial, resalta "la redención del concejo", a punto de celebrar 430 años.

Figueras, mi espacio de vendavales y nordesías, es símbolo de paz, en agua y tierra.

Las Regueras, aparte la oriundez de una loca terrorista verbal y grafitera, que en su paranoia extiende amenaza albanesa a varias generaciones mías, es encomio arqueológico. El loable espectro, generoso y cordial de Estrada, "El Bueno", no se ha desdoblado en sus afines.

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