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Crítica / Música

Música contra el cáncer

Una brillante celebración solidaria hecha con el corazón

Celebración solidaria asturiana contra el cáncer con música hecha desde el corazón de todos, intérpretes y público, con dos partes diferenciadas pensadas para disfrutarlas. Una primera, lírica, con dos cantantes de casa como la ovetense Lola Casariego, de larga trayectoria plenamente asentada, y el "adoptado" tenor Francisco J. Sánchez, un habitual del Festival Lírico del Campoamor, como recordó en la presentación el televisivo Laude Martínez, que sigue ganando repertorio y color vocal. La segunda, orquestal y universitaria, con refuerzo coral de los aparejadores para redondear una velada muy sentida, volviendo a escuchar el "Stabat Mater Speciosa" de Gabriel Ordás (1999), estrenado en la Catedral el pasado 18 de diciembre y contado por mí desde estas mismas páginas.

Bien armado el programa solista con piano, alternando soprano y tenor con obras variadas desde la canción de concierto, la ópera o la zarzuela que remataron a dúo, cómplices y entregados, en "La Dolorosa" (Serrano) y la opereta "La viuda alegre" (Lehar). Calidades vocales desiguales y hasta incómodas en ambos, como la "Amelia" verdiana o la "Jota" de Falla, pero, sobre todo, rigor, honestidad y entrega máxima, especialmente el aria "Voi lo sapete" de Santuzza-Casariego, ideal por color y tesitura, más la romanza "No puede ser", de Leandro-Sánchez personal, dos fieles a la partitura, buena vocalización rara hoy en día, logrando emocionarse y transmitirlo a los presentes, más un "Vadurro" también desigual aunque apoyando a las voces.

La Orquesta Universitaria, con Pedro Ordieres a la batuta, continúa su formación y ensamblaje en este primer curso, y tras el Haendel navideño el festivo "Papá Haydn" para alcanzar empaste, sonoridades y entendimiento con su última sinfonía, la 104 en re mayor, herencia y modelo a seguir por tantos que llegaron después, como así la entendieron estos jóvenes instrumentistas con la batuta de Ordieres "Junior" (hijo de Alfonso, fundador de la orquesta en 1979). Cuatro movimientos bien diferenciados en la dirección correcta para poner en pie esta gran edificio sinfónico, donde brillaron todas las secciones con distinto protagonismo, especialmente el "Finale Spiritoso", lógico y literal.

Para cerrar, sumando esfuerzos, llegaría el relevo con Joaquín Valdeón y "sus" dos coros para disfrutar nuevamente del "Stabat de Ordás", recordando que tiene 18 años, pero con hondura atemporal fruto de una formación humanística y un talento innato acrecentado por un inspirador trabajo incansable. Cada obra suya es digna de admirar y escuchar (el 22 y 23 de este mes, la OSPA estrenará en Avilés y Oviedo su "Onírico"), esta Virgen con Niño triunfante y dulce así sonó con coros y orquesta, dando su dimensión real en el auditorio sin trampa ni cartón acústicos, interiorizándose por parte de todos, asentada con mayores dinámicas -se agradeció el refuerzo vocal- para la algo corta plantilla instrumental (de amplia percusión más órgano) en unas melodías bien construidas capaces de emocionar. Broche bello, hermoso, cálido, esperanzador y solidario contra el cáncer, siempre luchando sin bajar la guardia con la música como terapia y motor vital de ímpetu juvenil, como este primer viernes preparando Carnaval y Cuaresma, profano y religioso, conviviendo como la propia vida.

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