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Margot del Fontán y las inyecciones

Anécdotas vitales de la funcionaria, locutora jubilada y ahora escritora

Me sorprendió y me agradó el ver en LA NUEVA ESPAÑA del pasado sábado 12 de mayo a Margarita Fernández Sánchez, conocida por muchos como Margot del Fontán, a la que empecé a tratar allá por los años 70, ya entonces funcionaria en la Comisaría de la calle, ahora, Juan Benito Argüelles, antes General Yagüe.

La conocí ya escribiendo cuentos y relatos que presentaba en concursos literarios, donde obtenía premios con cierta frecuencia. Me hace gracia ahora el que diga que no acabó la carrera de Magisterio porque se le habían atragantado dos asignaturas: Labores y Matemática. Claro, lo de ella ya eran las letras y no las ciencias: está a punto de publicar un nuevo libro, "Mañana, cuando amanezca".

También conocí a su señora madre, ya con salud delicada, a la que Margarita cuidaba con mucho cariño y esmero. Y sobre esto tengo una anécdota que seguramente recordará la propia Margarita.

Les cuento: era clásico que en la medicina de aquellos tiempos, los médicos recetaban inyecciones. Así que un día que Margarita también estaba enferma, le recetaron igualmente inyecciones, como hacían el médico habitualmente con la madre. Margarita acostumbraba a poner las inyecciones a su madre, y también llegados casos como este, se las suministraba a ella misma. Pero resulta que se equivocó de vial y se inyectó a sí misma el destinado a su madre. El susto que se llevó fue grande, hasta que llamó a un médico conocido para contárselo, el cual la tranquilizó y le aseguró que nada grave le pasaría.

Un día Margarita me preguntó por el nombre de un notario, ya que Juan, persona conocida de su familia, precisaba hacer testamento. Le busqué uno que conocía e incluso fui testigo de la firma de dicho testamento.

Recuerdo a Margarita con una voz muy peculiar; la última vez que nos vimos fue en el tanatorio del Salvador, coincidiendo con el fallecimiento de uno de mis hermanos.

Su vocabulario era y seguirá siendo muy selecto. Buena gente rodeó a Margarita en sus variados trabajos. Me presta verla escribiendo libros, jubilada de júbilo. Enhorabuena, Margarita y no obstante tu rebeldía, Dios te dé fuerzas y ánimo para seguir haciendo lo que hoy te sigue gustando.

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